Recomendar un libro es siempre una actividad de alto riesgo. Al fin y al cabo, por mucho que la literatura tenga propiedades mensurables, ninguna historia produce el mismo efecto en todas las personas. Ni siquiera encomendarse a la experiencia personal es un método infalible para garantizar el éxito a la hora de escoger lecturas. Sin embargo, parece que no nos cansamos de escuchar opiniones ajenas. Conservamos la esperanza de encontrar a toda costa una joya enterrada entre el ensordecedor bullicio del sector editorial. Sin duda, toda ayuda es poca. Por eso, un año más, con la intención de despejar esas dudas que nos acosan cuando vamos a la librería, he decidido hacer balance en forma de lista de todo eso que ha conseguido removerme las entrañas durante los seis primeros meses de 2015. Casualidad o no, ninguno de los diez títulos que quería enseñaros hoy ha sido publicado este año, así que he decidido restringir el acceso a la lista para que solo aparezcan obras realmente representativas de lo que nos ha deparado esta primera mitad de 2015 (aunque en el repaso anual sí que incluiré todos los libros de años anteriores). ¿Les echáis un vistazo?
Deseo que venga el Diablo es un libro susceptible de causar estupor, vergüenza, controversia y admiración. No cuesta ningún trabajo adivinar por qué el primer libro de Mary MacLane causó tanto revuelo en el momento de su publicación ni por qué sigue haciéndolo hoy, más de un siglo después de que cierta joven canadiense de apenas diecinueve años consiguiera encandilar a medio mundo y escandalizar al otro medio cabalgando a lomos de su desproporcionado ego. A pesar de su inmadurez, su recalcitrante complejo de superioridad y una pesadumbre vital que roza la depresión clínica, el autorretrato que realiza Mary MacLane en Deseo que venga el Diablo destila en todo momento un asombroso genio narrativo que brilla a la hora de abordar temas como el feminismo, la sexualidad o la muerte bajo la forma de experiencia que anhela ser abrazada. Su magnífico estilo poético y su arrojadiza franqueza consiguen dinamitar cualquier tipo de prejuicio o barrera que podamos plantar ante el repelente-entrañable narcisismo de MacLane. Lo cual es toda una suerte, ya que solo así seremos capaces de contemplar en todo su esplendor la inflamable excentricidad de esta fémina rebelde y la conmovedora perspicacia que ya demostraba a su edad. Una lectura inimitable, genuina y por supuesto, muy recomendable.
La recientemente publicada antología de Ángel Luis Sucasas sirve para constatar de manera definitiva que la literatura prospectiva no solo goza en la actualidad de un saludable estado de gracia, sino que además es posible encontrar auténticos caudales de talento literario dentro de nuestras propias fronteras. El inclasificable corpus de textos que compone esta colección así lo revela, pues derrocha a través de sus páginas una apabullante y retorcida imaginación que se alimenta de sí misma con el objetivo de empujar los límites del género hasta el terreno de la más salvaje experimentación. Tomando como punto de partida algunos convencionalismos, lugares comunes y motivos que siguen la tradición del relato fantástico, Sucasas elabora un sobrecogedor e incomparable multiverso donde convergen historias de corte mística, paranormal o incluso legendaria que reúnen características propias del realismo mágico, el weird, el terror y la ciencia ficción más hard. Relatos verdaderamente dispares e impredecibles donde quedarás a merced de hombres lobo, brujas, espíritus vengativos, magos sin escrúpulos y extrañas deidades anteriores al propio universo. ¿Quién en su sano juicio va a querer rechazar una oportunidad como esa?
Cabría suponer que, a estas alturas del partido, poco o nada nuevo hay que añadir sobre las características que hacen del escritor británico uno de los autores más excepcionales que podemos encontrar dentro del género al que se adscriben sus novelas, pero lo cierto es que la extravagante fórmula ideada por Crispin, que supone combinar una erudición literaria muy próxima a la pedantería con los vertiginosos trasiegos detectivescos que hacían de estas historias un exitoso entretenimiento popular, continúa siendo hoy día fuente inagotable de momentos que revitalizan nuestra percepción sobre las historias de misterio. Gracias a las agudas observaciones de Fen, la constante incertidumbre que se cierne sobre las páginas de la novela, el estilo pulcro, exquisito y siempre aliñado con una nota de humor corrosivo del que hace gala Edmund Crispin o el aluvión de referencias intertextuales que se encuentran salpicadas por el libro, la lectura de El misterio de la mosca dorada se convierte en un auténtico deleite que estimula la sensibilidad literaria de los lectores más exigentes y permite a otros más conformistas disfrutar plenamente de una obra que no por ser accesible resulta menos sobresaliente.
Como de costumbre, Fata Libelli nos ofrece en Homo homini lupus una antología extraordinaria (en el sentido más estricto de la palabra) donde el escritor inglés aporta numerosas muestras de su inimitable inventiva, esas ideas retorcidas y extrañas que poseen la asombrosa capacidad de revelar facetas ocultas de la naturaleza humana. O inhumana. Porque uno lee los cuentos de Shearman y sabe que algo ha cambiado en su interior de manera irreversible. Algo ha hecho click. Algo grotesco y desagradable, pero en el fondo, reconocible. Y crees que todo puede ir bien hasta que descubres que estás en el Infierno junto al perro de Hitler, que tus ruidosos vecinos son en realidad unos maniquíes de plástico, que tu hija de dos años se ha quedado embarazada o que Santa Claus ha convertido a tu padre en un adorable y majestuoso reno. En definitiva, descubrir qué tiene preparado Shearman a la vuelta de cada página es experimentar un nuevo tipo de placer literario en el que verás estimulado todo tu espectro emocional. A veces, varios registros al mismo tiempo. Por eso, más vale que os hagáis pronto con este excepcional libro de relatos, una auténtica joya del género fantástico que os hará vivir experiencias narrativas extremas y completamente nuevas.
Laurie Colwin demuestra en Tantos días felices que tocar la fibra sensible de la gente es más un arte que una ciencia: una disciplina fortuita, caprichosa y casual en la que no existen reglas, estándares ni procedimientos universalmente aceptados para desvelar qué oscuro motor impulsa nuestras decisiones en el terreno sentimental. Al fin y al cabo, si viviéramos en un mundo dominado por la lógica y la fría racionalidad, ninguno de los personajes que habitan la novela de Colwin mantendría una relación duradera con su correspondiente pareja. No obstante, es precisamente en esa ausencia de cosas en común, en ese colosal choque de caracteres, en esa incomprensión y desconocimiento mutuos, donde reside el atípico encanto de una historia que bucea en grandes temas como el amor, la amistad, la familia o la búsqueda permanente de la felicidad. Repleto de líneas brillantes, diálogos dinámicos, personajes completamente fascinantes dada su complejidad y un estilo que conjuga a la perfección sobriedad y sensibilidad literaria, Tantos días felices es una obra realmente sorprendente e imbuida de una personalidad desbordante.
Antes de que alguien lo pregunte: sí, todo ese ruido en torno a Lo contrario de la soledad me parece plenamente justificado. Lejos de engendrar su publicación, estoy seguro de que el inesperado fallecimiento de Marina de algún modo la aceleró, que su voz estaba destinada a escucharse más a tarde o más temprano como el discurso enérgico e inspirador de una joven brillante, ingenua, enamorada, idealista, inexperta y aún así, en plena sujeción de esas riendas vitales con las que algunos a su edad todavía aprendemos a lidiar. A lo largo de los textos reunidos en Lo contrario de la soledad podemos disfrutar de Marina Keegan en dos vertientes muy diferentes, pero igualmente notables: como escritora de relatos, Marina se desenvuelve con facilidad a través de historias que revelan su versatilidad y su amplitud de registros, dando vida en ellos a personajes un tanto confundidos, desorientados o dotados de cierta extrañeza que buscan alcanzar por diversos medios el entendimiento de sus circunstancias. En su faceta de ensayista, Keegan hace gala de una sólida y sin duda precoz capacidad de análisis a la hora de razonar sobre temas muy dispares. Vale, puede que en ocasiones Keegan deje escapar un estilo jovial en exceso e incluso algo inmaduro, pero es precisamente esta falta de pretensiones más allá de su alcance, esa aceptación consecuente y plena de su propia edad lo que hace latir este libro con tanta fuerza, llegando además a convertirse en una de las lecturas que más me han emocionado en este 2015.
Solo hace falta echar un vistazo al primer relato de los doce que componen Nuevo destino para darse cuenta de que, como buen soldado que fue, Phil Klay conoce un par de trucos para desarmar a su oponente antes de que este tenga tiempo ni siquiera de parpadear. Aunque su estilo evidencia algunas muestras de inexperiencia y sus tácticas narrativas podrían calificarse de sobrias o incluso rudimentarias (perceptibles sobre todo en lenguaje austero, árido y soez de los personajes), las historias de Klay cumplen con eficacia el objetivo para el que han sido concebidas: explorar de primera mano y desde un punto de vista que cuenta con escasos precedentes la experiencia más visceral del conflicto, las secuelas tanto físicas como emocionales que es capaz de dejar o la ingente cantidad de cuestiones morales, políticas y éticas que se ponen sobre la mesa a la hora de abordar un tema tan revulsivo. Haciendo uso de un chocante humor negro y sin exhibir en ningún momento esos recalcitrantes alardes de patriotismo al que se inclinan no pocos paisanos, el escritor estadounidense explora con franqueza las conflictivas relaciones humanas y sorprende rotundamente en su total desenvoltura a la hora de bucear en la dimensión psicológica de sus personajes, casi siempre sumidos en la resignación, la ansiedad y el espanto. Sin duda, la lectura de este libro me ha parecido una experiencia instructiva, enriquecedora, recomendable y muy merecedora de su flamante National Book Award.
Ciudad fantasma es uno de esos libros que deberían venir acompañados de prospecto. De una guía interactiva, una madeja de hilo dorado, algo donde agarrarse antes de ser empujados sin compasión al vertiginoso escenario construido por el autor. Porque uno a veces se acomoda. Piensa que lo ha visto todo. Que conoce todos esos trucos y artificios narrativos que han desfilado por la historia de la literatura. Pero luego vienen individuos como el señor Coover dispuestos a sacarse, no un conejo, sino un elefante de la chistera. Y claro, te pilla un poco desprevenido. Tanto, que no sabes si la historia que nos propone aquí Robert Coover se mueve entre los límites de la genialidad o de la locura. Si todos esos pistoleros, sheriffs, sanguinarios forajidos y libidinosas damas de salón que campan a sus anchas por las desérticas calles de la ciudad que da título al relato no son en realidad producto de un chute psicotrópico que a alguien se le ha ido de las manos. Ciudad fantasma es, por decirlo de algún modo, un potente western alucinógeno en el que su protagonista (un forastero errante que acaba siendo engullido por un espejismo en forma de ciudad) es víctima de las más estupefacientes aventuras. Un particular homenaje a las historias del salvaje oeste americano en el que Coover, haciendo alarde de una espectacular y desviada imaginación, dispara imparables ráfagas de humor negro, casquería e indudable mala leche.
Existe en la inimitable prosa de Edna Ferber una indiscutible calidez emocional que la hacen merecedora de nuestros más entusiastas elogios, una exquisita y universal atemporalidad narrativa que convierten sus historias en minuciosas radiografías de la naturaleza humana, tan válidas en la actualidad como un par de siglos atrás. Por esa razón, hablar acerca de esta estupenda novela constituye a su vez un necesario ejercicio reivindicativo. Con su rigurosamente retratado trasfondo histórico, su apasionante progresismo ideológico y su enternecedora a la par que tenaz protagonista, ¡Así de grande! no tiene nada que envidiar a esos grandes dramas decimonónicos que consiguen atrapar al lector mediante una dosis precisa de gracilidad estilística y estudiada cotidianidad. Porque, en efecto, la novela de Ferber no se caracteriza por su ritmo trepidante ni por sus demoledores giros de guión. Aquí nadie se levanta de entre el público para interrumpir una boda ni tiene que hacer frente a los devastadores efectos de un desastre natural. Aún así, ¡Así de grande! no deja en ningún momento de ser una arriesgada aventura que nos hará contener el aliento o sufrir por el destino aciago de sus protagonistas. Al fin y al cabo, no existe mayor odisea que la de abrirse paso por la vida.
He de confesar que no esperaba mucho de esta novela. Quizá por dicha ausencia de expectativas o porque realmente la obra de Lena Andersson es un librazo como la copa de un pino, lo cierto es que Apropiación indebida me ha parecido de lo mejor que ha caído en mis manos desde que empezó el año: una historia fascinante y perturbadora a partes iguales que pormenoriza con un elevado grado de precisión el encaprichamiento obsesivo de una joven poeta y ensayista sueca con un artista sobre el que le encargan dar una conferencia. A primera vista no parece nada especial ni revolucionario, pero el verdadero encanto de la novela reside en el fabuloso tratamiento -entre lo irónico y lo cáustico, rozando siempre lo inmisericorde- que hace Andersson de unos personajes complejos, cautivadores y logrados hasta el extremo. Moviéndose entre la ficción convencional y el ensayo más sesudo, Apropiación indebida retrata sin atisbo alguno de romanticismo la cara más amarga del amor -el no correspondido- y refleja como nunca antes había visto las desesperadas artimañas psicológicas a las que solemos recurrir para vestir de realidad una relación que solo existe en nuestra imaginación (por mucho que estemos empeñados en afirmar lo contrario). Absorbente, perversa, erudita y magistralmente escrita, Apropiación indebida es, en definitiva, una de esas lecturas que debéis adquirir sin contemplaciones ni excesivas vueltas de hoja. Leedla. Y punto.
Ostias que buena pinta tienen todos este mes no?
ResponderEliminarNo he leído ninguno pero me apetecen ¡Así de grande! y El misterio de la mosca dorada, no me he estrenado con Crispin.
ResponderEliminarUn beso.
Horror. Deja de recomendar libros que no tengo, que me entra el ansia viva. Me parece genial como has resuelto de lo elegir lanzamientos nuevos o clásicos, así haces un repaso de las nuevas publicaciones sin que sean todo libros contemporáneos (lectora de clásicos agradecida).
ResponderEliminarTengo muchísimas ganas de leer el de Mary MacLane y Apropiación Indebida, y el Asteroide prefiero ni mirarlo que tengo cuatro pendientes en la estantería. El de Phil Klay en cuanto lo pesque en la biblio lo leo y te comento. Y con Ciudad Fantasma me recuerdas ese proyecto perdido que tengo de hacer un mes temático de western. Necesita ocurrir ya :D
Gracias por la recomendación. Me he apuntado algunos :)
ResponderEliminarMe apunto todos porque me llaman bastante :D
ResponderEliminarLa verdad es que no los conocía pero quizás les de una oportunidad jaja
Un beso :D
Te acabo de conocer y te sigo ^^
Te espero por mi blog (si quieres) :P
Pues de este top 10 no he leído ninguno, pero me llevo algunas sugerencias. ¡Siempre está bien pasarse por este tipo de entradas! Un saludo.
ResponderEliminarTe "robaré" a Andersson y a Colwin. Me has convencido. Directos a ser las estrellas de este otoño. Gracias:)
ResponderEliminarHomo Homini Lupus se ve interesante
ResponderEliminar