John Blackburn - Nuestra Señora del Dolor

viernes, 28 de noviembre de 2025



► Título original: Our Lady of Pain
► Traducción: Nacho del Arco Bonet
► Año: 1974
► Edición:  Pánico Books (2025)
► Páginas: 272


Pulso agitado, respiración entrecortada, sudores fríos. El miedo desencadena reacciones físicas tan viscerales como estimulantes, y es por eso que acudimos a sus templos a recibir el sacramento de un buen susto. Sin duda, acometer un proyecto editorial puede ser de las experiencias más terroríficas, inciertas y a la vez excitantes que se pueden llevar a cabo hoy día, y es por eso que el nacimiento de un nuevo sello siempre es una noticia digna de celebrar. Desde hoy, el horror goza de más estancias: Pánico Books inicia su —espero, muy longeva— andadura con la recuperación de Nuestra Señora del Dolor, obra del escritor británico John Blackburn (Northumberland, 1923) que está entre sus títulos más aclamados y que viene a renovar el gusto por el terror clásico, el de atmósfera atosigante, raigambre gótica y sensación permanente de amenaza acechando a la vuelta de cada esquina.

Nuestra Señora del Dolor sigue los pasos de Harry Clay, un periodista especializado en sucesos que, tras un sonoro descalabro profesional, se ve obligado a cubrir el estreno de una representación teatral encabezada por la infame Susan Vallance, actriz caracterizada por una personalidad intratable cuya última función supuso un estrepitoso fracaso. Al mismo tiempo, Clay investigará las extrañas circunstancias de un robo de joyas antiguas cuyos perpetradores, conocidos habituales del hampa local, están muriendo uno tras otro de manera tan escalofriante como inexplicable.

Con la ayuda de la psiquiatra Miriam Stanford, Clay emprenderá un frenético recorrido por los bajos fondos del Londres de los 70 que tiene mucho de thriller parapsicológico y que mezcla, con bastante atino, una sugerente estética noir, referencias a la orwelliana «Habitación 101» y una trama entre periodística y policíaca marcada por un ritmo absolutamente cinematográfico, como si la novela hubiese sido concebida con una adaptación a la gran pantalla en mente. John Blackburn se nutre del mito engendrado por la figura de Erzsébet Báthory, famosa por su sangriento y macabro historial de crímenes, para elaborar una novela tensa hasta el final, absorbente y malrollera que nos ofrece una interpretación sórdida de esta personalidad no tan conocida, aunque originaria, en realidad, del vampirismo primigenio.

John Blackburn envuelve el entramado narrativo de la novela en un velo de misterio que no termina de encajar hasta las últimas páginas, pero cuando lo hace, evidencia una habilidad más que solvente para articular las distintas líneas que la obra despliega. Lo que parece un golpe chapucero efectuado por ladrones de poca monta se convierte, gracias al infatigable escrutinio de Harry Clay —ejecutado a través de métodos poco ortodoxos—, en una ominosa madeja de tintes sobrenaturales donde todos los involucrados ejercen como peones de un plan ulterior: un ritual demoníaco que pretende sacar a escena el espíritu vengativo de la atroz Erzsébeth Báthory como truco final de un espectáculo en el que posar la mirada supone una pena capital.

Con pericia, instinto novelesco y un trazo sucinto pero eficaz para la descripción de personajes, John Blackburn nos regala una historia repleta de acción, intriga y giros argumentales que te mantiene constantemente maquinando hipótesis sobre aquello que sucede entre bambalinas. En Nuestra Señora del Dolor, Blackburn congrega a un editor chantajista y sin escrúpulos, un cirujano conocido por desfigurar voluntariamente a sus pacientes y una estirpe de aristócratas depositarios de un secreto ancestral para reflexionar sobre la malignidad del ser humano, la raíz de nuestros miedos más profundos y la relación ambigua entre intérprete y personaje, de cuya apasionante fricción, a veces rayana en la locura, nacen tanto los genios más monstruosos como los monstruos más geniales.


«Y oyó un grito. Pero no era el grito de una mujer, tampoco el alarido de ningún ser humano. El sonido que oyó Harry era de otro mundo, porque la criatura que lo había expelido venía del infierno y estaba a punto de regresar a él.»


★★

Coco Mellors - Cleopatra & Frankenstein

miércoles, 26 de noviembre de 2025



► Título original: Cleopatra & Frankenstein
► Traducción: Daniel Casado Rodríguez
► Año: 2022
► Edición:  Letras de Plata (2023)
► Páginas: 448


Nochevieja, ciudad de Nueva York. Dos desconocidos se encuentran en un ascensor: ella, veintipocos, él, cuarenta y tantos. Una estudiante inglesa buscando inspiración para sus cuadros antes de que expire su visado y un exitoso directivo publicitario capaz de abrirle las puertas a un mundo lleno de esplendor y seguridad económica. ¿Qué podría salir mal, aparte de absolutamente todo? En su cacareada novela debut, Coco Mellors (Londres, 1989) escarba en la fealdad latente tras la belleza ficticia de las relaciones y destapa, para sorpresa de nadie, que el amor no es de color rosa, sino que está lleno de espinas.

Aunque en pleno 2025 aún hay gente que te diría que la edad no importa entre dos personas que se quieren, cada vez está más extendida la idea de que una diferencia de 20 años es un desequilibrio demasiado pronunciado como para no dar pie a dinámicas de lo más peligrosas. Sí, los protagonistas de Cleopatra y Frankenstein no solo están condicionados por sus respectivas fechas de nacimiento, sino por un entorno familiar desestructurado y una serie de experiencias traumáticas que, puestas de frente, crearán el caldo de cultivo idóneo para una atmósfera de toxicidad irrespirable.

Pasada la euforia inicial de la boda, Frank empezará a dar rienda suelta a sus impulsos con la bebida, mientras que Cleo, atrapada en un asfixiante bloqueo creativo y una desorientación vital, comenzará a manifestar nuevamente los síntomas de una depresión que creía estar manteniendo a raya. Sumidos ambos en una degradante espiral de autodesprecio y culpabilidad, Frank y Cleo ejemplifican de manera descorazonadora cómo el estigma de la adicción, la falta de afecto y los trastornos mentales pueden convertir el hogar de dos individuos que se aman en un auténtico campo de prácticas para infligir un daño irreversible.

Coco Mellors ha escrito una novela ciertamente errática sobre la trillada premisa de conocer a la persona idónea en el momento menos oportuno. Con una vena para el drama que no se puede calificar de otro modo que telenovelesca, Mellors pretende que nos interesemos por el elenco de personajes de esta obra haciendo uso de un estilo pobre y artificioso, y dispensando un trato tan superfluo como desigual. Aunque la tumultuosa relación entre Cleo y Frank supone el principal meollo de la historia, Mellors hace orbitar alrededor de la pareja una serie de secundarios con tramas absolutamente inanes e irrelevantes que, lejos de añadir contenido, profundidad o textura a la novela, lo único que hacen es engordar el grueso del libro.

Así, además de las recalcitrantes desavenencias domésticas de Cleo y Frank, tenemos que sufrir el periplo de Zoe —hermana epiléptica del protagonista— como chica de compañía a través de una aplicación de citas, la crisis de identidad de Quentin —amigo homosexual de Cleo que encarna una versión paródica del cliché de la marica mala— o las anodinas escenas cotidianas, narradas en forma de viñetas, de Eleanor, una solterona que trabaja en la empresa de Frank y que se convertirá, sin apenas proponérselo, en su improbable vía de escape del sumidero emocional en el que se ha convertido su vida a raíz de su matrimonio con Cleo.

A pesar de que Cleopatra y Frankenstein plantea ideas interesantes, creo que su ejecución ha sido más bien desastrosa, convirtiendo lo que podría haber sido un relato desolador sobre la búsqueda de sanación y segundas oportunidades en un sucedáneo de chick lit que se toma demasiado en serio a sí mismo y cree que esnifar cocaína de las tetas de una modelo es sinónimo de glamour. Plagado de pasajes vacuos, diálogos frívolos y escenas de sexo narcisista que harían enrojecer de vergüenza a Juan del Val, el verdadero monstruo de Cleopatra y Frankenstein no es el que da origen al título ni el que sale a flote en nuestros momentos más degradantes, sino el editor que ha permitido que este libro vea la luz.


«La felicidad es como el cartel de Hollywood: es grande, es inalcanzable y, si de algún modo llegas a él, ¿qué otra cosa puedes hacer salvo volver a bajar de ahí?»



Han Kang - La clase de griego

lunes, 24 de noviembre de 2025



► Título original:  희랍어 시간
► Traducción: Sunme Yoon
► Año: 2011
► Edición:  Random House (2023)
► Páginas: 128


Puede que Han Kang (Gwangju, 1970) se haya convertido, junto a Bob Dylan, en uno de los Premios Nobel de literatura más polémicos de la historia reciente. Ya sabemos que en esto de los galardones nunca llueve a gusto de todos, pero lo cierto es que no recuerdo haber sido testigo de un cuestionamiento tan vehemente como el que se produjo hacia la obra de la autora surcoreana. Lo cual no deja de ser irónico, pues las novelas de Kang suelen estar protagonizadas precisamente por mujeres más bien irritantes que sufren en sus carnes las severas consecuencias de no ceñirse a las convenciones. En La clase de griego, publicada originalmente en 2011, Han Kang dilata hasta el extremo el efecto de esta opresión sistemática y nos pone en la piel de una madre silenciada por su propia incapacidad para narrar el relato.

Y es que, tras el fallecimiento de su madre y perder la custodia de su hijo de nueve años, la protagonista de La clase de griego no está para muchas conversaciones. Mujer de mediana edad, víctima de una galopante afasia provocada por su repentino cambio de circunstancias, la narradora se refugia en el griego antiguo con la esperanza de encontrar un lenguaje donde existan los símbolos apropiados para expresar su dolor. Su profesor, un hombre atrapado entre dos países y épocas distintas, la observa con detenimiento —sin recibir nada más que una indiferencia inamovible— mientras experimenta el avance de una enfermedad que le está arrebatando progresivamente la visión.

Así, a medida que se van desvelando episodios de sus respectivos pasados, los dos protagonistas de La clase de griego establecen una curiosa relación de reconocimiento mutuo que pone de manifiesto la conmovedora sensibilidad de la autora surcoreana para describir las complejas ramificaciones del trauma. Han Kang ha elaborado una historia minimalista y de arquitectura simple para desvelar las limitaciones del lenguaje como herramienta de comprensión. Su prosa, íntima, atmosférica y repleta de belleza e imágenes arrebatadoras, permite concebir un espacio donde aflora la necesidad de conectar con otro ser humano cuando el peso de la tristeza se convierte en una carga demasiado difícil de soportar.

En La clase de griego, Han Kang aborda un tema tan común como la soledad desde una óptica absolutamente singular que nos obliga a redactar las normas de una nueva sintaxis. La alumna de la novela nos recuerda que, en la mayoría de casos, detrás de una apariencia apocada o un silencio proverbial se esconde una historia sobrecogedora que precisa ser escuchada. En el caso del profesor, resulta tan trágico como terrible presenciar su caída en desgracia. A las heridas emocionales arrastradas desde la juventud, como el desarraigo, la añoranza y la culpa, se suman el miedo a un futuro en sombras, marcado por la pérdida de autonomía y una ceguera que pende sobre el horizonte como una condena.

A pesar de su temática oscura, el tono de la novela es luminoso, por momentos casi triunfal. Definitivamente, Han Kang es una escritora que no se detiene en las profundidades del abismo, sino que se aproxima a él solo para averiguar dónde está la salida. La clase de griego es una obra austera, pero enormemente poética y de gran calado, así como de grandes contrastes. Tremendamente sensorial, además, para ser una novela donde los personajes van dejándose los sentidos por el camino. No te lo da todo hecho, sino que transita sin ningún tipo de pudor el territorio de las apreciaciones y la interpretación del lector. Como una maestra dispuesta a exprimir todo el potencial del estudiante, Han Kang nos enseña en La clase de griego nuevos modos de conjugar la existencia humana y usos que solo se dan en el idioma de la literatura con mayúsculas.


«Tomé conciencia de que el cuerpo humano es triste, de que está lleno de zonas cóncavas, suaves y vulnerables, como brazos, axilas, pecho y entrepierna; de que es un cuerpo nacido para abrazar y desear el abrazo de alguien.»


★★★

Natasha Brown - Los universalistas

sábado, 22 de noviembre de 2025



► Título original: Universality
► Traducción: Laura Salas
► Año: 2025
► Edición:  Anagrama (2025)
► Páginas: 176


Después de sorprender con un espléndido debut, Natasha Brown (Londres, 1990) demuestra en Los universalistas que la suya es una voz que ha llegado para quedarse. La segunda novela de la escritora británica, que fue propuesta para el Premio Booker de este año, ahonda con absoluta brillantez en la preocupante deriva ideológica de un mundo que ya no se rige por las convicciones personales, sino por los índices de popularidad. Da miedo observar, no solo hacia dónde nos dirigimos en términos sociales y políticos, sino dónde estamos ya, pero lo cierto es que Natasha Brown, con su nueva obra, ofrece una mirada esclarecedora sobre el presente que cae como agua de
mayo en medio de un panorama desolador de discursos populistas y flagrante sequía intelectual.

La novela de Brown empieza en clave de reportaje periodístico sobre un peculiar incidente acontecido durante la época de confinamiento provocada por la covid-19. En una granja situada a las afueras de Yorkshire, un grupo de activistas conocidos como los «universalistas» montan una fiesta clandestina que acaba con uno de sus miembros hospitalizado tras recibir un golpe en la cabeza con un lingote de oro. Incapaz de prever la trascendencia del artículo, su autora, Hannah, no solo indaga en los misterios sin resolver que plantea el caso, sino que analiza una serie de cuestiones escondidas tras la anécdota que levantarán ampollas en cierto sector conservador de la sociedad británica.

Así, Los universalistas constituye un sugerente juego metaliterario en el que los personajes se mueven dentro y fuera de los tabloides como piezas de ajedrez en una partida por el control del relato. Para Hannah, la viralización del texto supondrá una vía de escape de la precariedad laboral a la que viene estando acostumbrada. Con su adaptación televisiva a punto de ver la luz, el reportaje sobre los «universalistas» también pondrá en el foco a la polémica Miriam «Lenny» Leonard, una columnista de derechas que despotrica sin descanso contra cualquier cosa que huela a progresismo woke y discriminación positiva, y a su hijo Jake, un bala perdida sobre el que recaen las
principales sospechas del delito. Para colmo, Martin, expareja de Hannah, está a punto de entrevistar a la infame Leonard en un inminente festival literario que apunta a ser uno de los eventos más explosivos del año y el patíbulo idóneo donde ejecutar un juicio sumarísimo contra alguno de los implicados.

Sin duda, Natasha Brown ha escrito una novela apasionante que escenifica de forma certera cómo la ideología salta por la ventana cuando entra en juego la opinión pública. Afilada, socarrona y de una feroz actualidad, Los universalistas supone una lectura intrigante y sorprendente, escrita con intenciones perversas y que provoca de todos menos indiferencia. Brown ha sabido capturar el clima imperante de polarización y descontento general, y cómo las diferencias de clase fertilizan el terreno para que los pensamientos extremistas aniden en el seno de una demografía que solo se identifica con el malestar, pero yerra a la hora de señalar las causas.

Haciendo gala de un estilo mordaz y un talento indiscutible para el perfil psicológico, Natasha Brown se erige como el adalid de una crítica lacerante contra la maquinaria propagandística de los imperios mediáticos, el cinismo del poder financiero y el papel no siempre evidente de los individuos en el fragor de una batalla cultural donde, como se suele decir, no hay que dejar que la verdad arruine una buena historia. Los universalistas, en su pretensión de abarcar todos los colores del argumentario contemporáneo, supone una lectura tan estimulante como incendiaria que puede tender puentes entre posturas aparentemente irreconciliables, pero que quizá sean más cercanas de lo que quieren hacernos creer.


«La verdad, con mucha frecuencia, se beneficiaba de las técnicas de la ficción.»


★★★

Barbara Kingsolver - Demon Copperhead

jueves, 20 de noviembre de 2025



► Título original: Demon Copperhead
► Traducción: Antonio Lozano
► Año: 2022
► Edición:  Navona (2023)
► Páginas: 680


A juzgar por su prestigiosa trayectoria literaria, puede que Barbara Kingsolver (Maryland, 1955) sea una de las voces estadounidenses más reconocidas dentro y fuera de sus fronteras. Autora de obras tan populares como Laguna o La Biblia envenenadafue no obstante con la publicación de Demon Copperhead —su ambiciosa reinterpretación del título de Dickens— cuando Kingsolver alcanzó el estatus de referente global, llevándose galardones de la talla del Women’s Prize o el Premio Pulitzer. Sin embargo, a mí la supuesta obra maestra de Kingsolver se me ha atragantado tanto que casi me tienen que hacer la maniobra Heimlich entre capítulo y capítulo. Sí, debo de ser una de las pocas personas sobre la faz de la Tierra a las que les ha ocurrido, pero Demon Copperhead me ha dejado más congelado que un huérfano londinense del siglo XIX en plena ventisca.

Y eso que la novela de Kingsolver tiene todos los ingredientes para triunfar. Demon Copperhead es una novela monumental y con sabor a clásico que abraza la tradición de las grandes narraciones universales, pero ambientada en una Norteamérica contemporánea cuyo mayor enemigo no es la peste bubónica, sino la plaga de opiáceos que la corroe desde dentro. Hijo de un padre que falleció antes de verlo nacer y una madre alcohólica que ha estado más veces en rehabilitación que Emma Stone en una película de Yorgos Lánthimos, Demon Copperhead se convierte en un niño arrancado de la infancia que aprende a identificar los síntomas de una sobredosis antes que a decir su primera palabra.

En la práctica, Demon se criará con los Peggot, un multitudinario y entrañable clan de vecinos acosados por sus propios fantasmas que le enseñarán al joven protagonista el valor de los vínculos y la importancia de la familia que se escoge. Pero la felicidad, en la novela de Kingsolver, no es un destino reservado a los marginados, y los trabajadores sociales encargados de velar por su bienestar no tardarán en mostrarle a Demon la puerta de entrada al pasaje del terror que es el sistema de casas de acogida de Estados Unidos. A través de una mirada enternecedora y descarnada, Kingsolver arroja luz sobre las cavidades de una estructura institucional que, lejos de sustentar y dar cobijo, parece el punto de encuentro de los despojos más abyectos que se puedan imaginar: una red tejida por hilos de abuso y negligencia donde los más vulnerables son tutelados por todo tipo de monstruos.

En estos ambientes, Demon Copperhead forjará una identidad basada en la pérdida, la ausencia de referentes y el salvaje instinto de supervivencia. Demon hará pie en los fondos más depravados de la adicción, el maltrato y la esclavitud infantil, pero también paladeará las mieles del éxito como estrella juvenil del deporte y como objeto de deseo adolescente. Barbara Kinsolver ha escrito una devastadora bildungsroman con un importante componente de historia de superación en la que el protagonista nunca corre lo bastante rápido como para escapar de sus circunstancias. A pesar de su socarrona e inconfundible voz narrativa, Demon Copperhead se ve lastrada por la aplastante homogeneidad de su perspectiva. Creo que a una novela tan amplia y con tanta variedad de personajes le hubiera venido bien una alternancia de narradores que contrasten con el tono sombrío y apesadumbrado del personaje principal.

Puede que la fórmula de Barbara Kingsolver fuera perfecta. Puede que reuniese todas las características para ser una novela épica. Pero lo cierto es que, lejos de inolvidable, Demon Coppehead me ha parecido infumable. Obra consolador, es decir, de ejecución sobresaliente, pero fría en el sentimiento. A pesar de los desgarradores acontecimientos que se narran, Barbara Kinsolver cae con demasiada frecuencia en la autocompasión, la afectación y la caricatura como para resultarme mínimamente emocionante el desarrollo de la trama ni el fracaso existencial de unos personajes condenados a repetir el ciclo de miseria, pobreza y muerte en el que han sido concebidos. Errabunda, lacrimógena, con personajes de caracterización deficiente y, lo peor de todo, extremadamente aburrida, Demon Copperhead es el perfecto ejemplo de que explicar en vez de mostrar puede aniquilar lo que podría haber sido una muy buena novela.


«Si vives lo suficiente, todo aquello que has amado encuentra la manera de volverse en tu contra hasta dejarte lisiado. Lo más sorprendente es que uno pueda llegar a este mundo sin nada y abandonarlo sin nada, y aun así perder tanto por el camino.»



 
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