Paul Lynch - El cantar del profeta

sábado, 13 de septiembre de 2025



► Título original: Prophet Song
► Traducción: Eduardo Iriarte
► Año: 2023
► Edición:  Alfaguara (2024)
► Páginas: 328


Si George Orwell levantara la cabeza, probablemente lo primero que haría sería reírse de nosotros en nuestra puñetera cara. La historia es un running gag que no tiene ni puta gracia y el término «distopía» ya no define sociedades hipotéticas de la literatura, sino titulares de prensa. En efecto, conceptos como «estado totalitario», «fascismo» o «auge de la ultraderecha» han dejado de ser sombras del pasado para convertirse en tinieblas de un presente que se abre paso sin pedir permiso. Y sin que parezca que podamos hacer algo para evitarlo.

Si eres de los que sienten escalofríos al ver cómo evoluciona el escenario geopolítico internacional, si pones las noticias y no sabes si estamos en 2025 o en 1939, entonces la novela de Paul Lynch (Limerick, 1977) te va a dejar más tieso que un palo. Ganadora del Premio Booker en 2023, El cantar del profeta nos pone en la piel de Eilish Stack, una investigadora especializada en el campo de la biotecnología a la que un buen día dos agentes de la policía secreta irlandesa le comunican que su marido ha sido detenido por participar en manifestaciones en contra del gobierno.

Este incidente no será más que el inicio de una auténtica pesadilla en la que Eilish será testigo impotente de cómo su vida se desmorona a medida que el partido que controla las instituciones comienza a controlar también la vida de los ciudadanos. El cantar del profeta narra con sorprendente audacia el desmantelamiento del Estado de Derecho desde una óptica individual y perpetrado a una velocidad que quita el hipo. Tanto Eilish como su familia son víctimas de flagrantes abusos de poder, intervencionismo laboral, violación de derechos y persecución ideológica mientras observan pasmados cómo los mecanismos legales que debían protegerlos quedan aniquilados ante la aplastante retórica del miedo.

La atmósfera que crea Paul Lynch en esta novela es sencillamente asfixiante. Tanto el fondo como la forma de la narración contribuyen a crear un espacio claustrofóbico cuyas contornos parecen estrecharse cada vez más sobre la protagonista. En una Irlanda imaginada donde la tensión política rompe en una imparable escalada de violencia, Eilish se impone a sí misma un particular estado de excepción donde la conciencia queda subordinada a las exigencias del cuerpo. Leer El cantar del profeta es realizar una aproximación sobrecogedora al abismo de la desesperación, a un campo de batalla donde la incertidumbre y el desasosiego conviven con los estragos provocados por un sistema fallido. Pero quizá lo más terrorífico de todo no sea contemplar las miserias que engendra un régimen corrupto e insaciable, sino entender que la resistencia implica muerte, que ni todas las advertencias del mundo pueden librarnos de la más absoluta indefensión.

El cantar del profeta me ha parecido una buena novela lastrada por un ritmo irregular y cierta miopía narrativa. El estilo de Lynch —que bascula sin término medio entre lo prosaico y lo poético— es a veces su mejor patrocinador, pero también, cuando cede a las redundancias, su peor enemigo. Aunque he echado en falta desarrollo de ciertos temas, tramas y personajes secundarios, la novela consigue remontar en su recta final hasta converger en una conclusión totalmente devastadora, de esas que crean escuela. A poco que te llamen la atención las historias dramáticas e introspectivas sobre el fin de la civilización, El cantar del profeta es una alternativa bastante recomendable.


«[...] alumbra con la linterna los pies ensangrentados y vuelve a mirarla a los ojos como si se preguntara qué aspecto tiene la locura, este es el aspecto que tiene, no el de alguien que agita los brazos y lanza imprecaciones a los dioses sino el de una madre que intenta volver a casa donde están sus hijos.»


★★★

Paul Murray - La picadura de abeja

jueves, 11 de septiembre de 2025



► Título original: The Bee Sting
► Traducción: Javier Calvo
► Año: 2023
► Edición:  Anagrama (2025)
► Páginas: 720


Escribió Dostoyevski que «las familias felices se parecen, pero las infelices lo son cada una a su manera». Sí, desde una óptica literaria, la desgracia tiene muchos más matices que la fortuna y la fatalidad, al contrario que la buenaventura, es un sustrato que no precisa de fertilizante. En su última obra publicada, con la que quedó finalista del Premio Booker en 2023, Paul Murray (Dublín, 1975) recoge el testigo de una tradición ancestral de novelistas que exploran las intrincadas dinámicas de esa institución llamada hogar con la única finalidad de hacerlo saltar todo por los aires. Y aunque en esta historia no aparecen fastuosos bailes de salón ni hay nadie que se arroje a las vías del tren, la carga dramática de La picadura de abeja es de tal envergadura que a su lado Anna Karenina parece un episodio de Friends.

A simple vista, los Barnes son una familia bendecida por el éxito. Beneficiarios de un sólido imperio automovilístico, objeto de admiración y envidia vecinal a partes iguales, los protagonistas de La picadura de abeja constituyen el paradigma de la élite social. Sin embargo, la profunda recesión económica de la pasada década provoca que el concesionario de Dickie se sumerja en un portentoso declive y la venta de vehículos se convierta en una actividad más relacionada con la fe que con los negocios. Imelda, la esposa de Dickie, es un bellezón de carácter explosivo que tras su fachada de frío resentimiento hacia Dickie, a quien achaca la responsabilidad de su actual naufragio financiero, oculta un pasado absolutamente traumático.

Cass, la hija mayor, es una tempestad de deseo en plena ciclogénesis hormonal. Con los exámenes de acceso a la universidad en el horizonte, la perspectiva de emprender una vida nueva y excitante en Dublín junto a su amiga Elaine hace florecer en el interior de Cass un torbellino de sensaciones agradables que poco a poco se irán enmoheciendo por culpa de ciertas urgencias adolescentes cada vez más siniestras. Por su parte, PJ, el benjamín adicto a los videojuegos y las curiosidades científicas al que todo el mundo parece ignorar, se verá arrastrado hacia un callejón sin salida que podría obligarle a tomar una medida desesperada. Para colmo de males, su padre empieza a obsesionarse con la crisis medioambiental y decide construir un refugio subterráneo en mitad del bosque, sin comprender quizá que el verdadero apocalipsis que se cierne sobre los Barnes no proviene de los microplásticos ni de los gases de efecto invernadero, sino de su propio árbol genealógico.

Secretos, fantasmas, amantes, remordimientos y una cantidad ingente de revelaciones. Son los ingredientes de una novela inmensa y monumental que aborda la oceánica profundidad de sus personajes con una magnitud que sobrepasa cualquier escala. La capacidad de Murray para mantener la tensión narrativa a lo largo de 700 páginas, encontrando siempre maneras de innovar, de sorprender, de no caer en la monotonía incluso revisitando escenas desde distintas perspectivas, me parece un don que está al alcance de muy pocos escritores contemporáneos. Estructurado de manera coral, cada sección de La picadura de abeja nos proporciona una visión más clara y global de lo que está ocurriendo ante nuestra mirada atónita y curiosa, añadiendo nuevas capas y significados a incógnitas que ya creíamos despejadas.

El estilo corrosivo, audaz y elocuente de Paul Murray supone el acompañamiento perfecto a una historia profundamente anclada en la sátira y el humor negro que medita sobre todo aquello en torno a lo que decidimos construir (o reformular) nuestra identidad. Con una inteligencia emocional desgarradora y un dominio electrizante de la prosa, Murray puede presumir de haber orquestado una novela magistral que se mide cara a cara con la oscuridad de nuestro interior y nos pregunta si los lazos de sangre no son más que simples vínculos accidentales que se forman entre auténticos desconocidos. Como una suerte de versión irlandesa de Las correcciones de Franzen, La picadura de abeja es un pulso entre la historia individual y la colectiva, entre el realismo y lo sobrenatural, entre la contrición culpable y el más insolente desenfreno. Un absorbente tour de force literario encaminado a una de las conclusiones más cardíacas que recuerdo haber leído nunca. Una incontestable obra maestra que se clava sin avisar, dejando tras de sí la estela de un recuerdo punzante. 


«La historia, dijo el chico con un soplido burlón. Hizo un gesto con la mano en dirección a toda la grandeza isabelina que los rodeaba. La historia no son más que unas bragas. ¿Y qué encuentras cuando te las quitas?»


★★★★★

Garth Greenwell - Lluvia pequeña

martes, 9 de septiembre de 2025



► Título original: Small Rain
► Traducción: Antonia Martín
► Año: 2024
► Edición:  Random House (2025)
► Páginas: 296


Puede que la pandemia no nos haya hecho mejores personas, pero definitivamente nos ha hecho novelistas más curtidos. Prueba de ello es Lluvia pequeña, el último trabajo del escritor norteamericano Garth Greenwell (Louisville, 1978), autor de obras tan memorables como Lo que te pertenece (2016) o Pureza (2020). Ambientada en los albores de la crisis mundial provocada por la COVID-19, Lluvia pequeña nos habla de un hombre de mediana edad, poeta y profesor de literatura, que acaba ingresado en la UCI tras sufrir indescriptibles dolores en el abdomen. Su periplo por el abarrotado y caótico sistema sanitario estadounidense, poblado por enfermos desatendidos y trabajadores saturados tanto a nivel profesional como personal, nos lleva de la mano por escenarios dantescos que parecen sacados del mismísimo infierno. Y aún así, en medio de la incertidumbre y el más absoluto desamparo, postrado en una cama y obligado a guardar un solitario confinamiento, el protagonista de Lluvia pequeña aprovecha el estado de suspensión total de su vida para hilar reflexiones de una arrebatadora belleza.

Como si fuera un náufrago a punto de ahogarse, el protagonista de Lluvia pequeña bracea a su alrededor desesperado por establecer una conexión, una sombra de vínculo que lo mantenga a flote. Diseñado para deshumanizar y mantener las distancias, el ecosistema hospitalario parece el mejor lugar para explicar por qué las personas anhelamos las relaciones y por qué fue tan trágico que la pandemia nos arrebatara nuestra capacidad para crearlas. En ese sentido, la novela abunda en prolijas descripciones de instrumental quirúrgico y procedimientos médicos que a veces resultan monótonos y carentes de sentido narrativo. No obstante, la historia no se siente impersonal ni lejana en ningún momento. Lo que parecen conversaciones aparentemente inofensivas con la enfermera de turno o con la especialista encargada del caso, son el combustible que instiga el fuero interno de nuestro anónimo protagonista, empujándolo a meditaciones espectaculares sobre el poder de la música, la literatura y, en especial, la poesía, para sacarnos de nuestro ensimismado individualismo, para encontrar el sobrecogimiento en la certeza de lo cotidiano.

No es Lluvia pequeña una novela romántica, pero sí es una novela que habla mucho sobre el amor. El amor en los tiempos del covid, dominados por la ley, no del deseo, sino del distanciamiento físico. Marcado por una infancia en un hogar sin afecto, un hogar en el que su padre imponía su violencia y cuyos miembros acabaron desperdigados como un frasco de canicas que estalla contra el suelo, el protagonista de Lluvia pequeña analiza a través de pequeñas anécdotas y episodios cruciales su relación con L., el hombre del que está profundamente enamorado, pero del que también duda si es por convicción o por resignación. Cualquiera que haya leído anteriormente a Garthwell coincidirá en que es en el terreno de los amores ponzoñosos el paisaje donde el escritor se desenvuelve con mayor gracilidad. Mucho menos sombrío y decadente que en sus novelas previas, Garthwell parece llegar a la conclusión en Lluvia pequeña de que, si hay cura alguna para la época de agitación política, desinformación, irracionalidad y expectativas truncadas en la que vivimos, es sin duda el amor lo que ha de salvarnos.

Narrada de forma torrencial, sin apenas pausas, y decorada con un estilo absolutamente virtuoso, Lluvia pequeña constituye una estupenda indagación en las consecuencias de un evento generacional tan traumático como lo fue la pandemia, pero del que pudimos salir, si no airosos, cien por cien determinados a vivir de otra manera. A mirar de otra manera. Y es la mirada tierna, sensible y profundamente conmovedora de Garth Greenwell, más radiante pero también menos demoledora que en sus primeros trabajos, la característica más destacable de una historia con sabor a extraordinaria pero que, en realidad, no puede ser más corriente, más mundana. No podría, aunque quisiera, estar más cerca de cada uno de nosotros. 


«[...] si cada vida humana reclama algo al mundo, recursos, posibilidades, consideración, amor, algo que es legítimamente infinito, si cada una de las millones de vidas humanas posee tanto valor, entonces desde luego no soportaremos vivir en ese reino, con la plena conciencia de todo ese valor.»


★★★☆

Kaveh Akbar - ¡Mártir!

domingo, 7 de septiembre de 2025



► Título original: Martyr!
► Traducción: Carles Andreu
► Año: 2024
► Edición:  Blackie Books (2025)
► Páginas: 408


«Mártir. m. y f. Persona que muere o sufre grandes padecimientos en defensa de sus creencias o convicciones»

¿Es morir por una idea síntoma inequívoco de enajenación o es en realidad la única vía de otorgarle sentido? ¿Tiene algún propósito la vida, si no es el de encontrar una razón digna por la que vivirla? El protagonista de ¡Mártir! es un hombre estadounidense de origen iraní llamado Cyrus Shams que, sumido en una devastadora crisis personal, un buen día se convence de que ha sido bendecido con una revelación divina. A partir de ese momento, Cyrus decide emprender un delirante peregrinaje que tiene como objetivo compilar las historias de personas que han encontrado en la muerte un cincel con el que esculpir su impronta en la eternidad. Un road trip apoteósico con una única meta posible: hallar la respuesta a preguntas de gran trascendencia sobre las que ni la literatura, ni la filosofía ni la religión han conseguido alcanzar un consenso aún... o inmolarse en el intento.

Con un arranque absolutamente espectacular que consigue meterte de lleno en la propuesta, cuesta creer que esta demoledora novela de Kaveh Akbar (Teherán, 1989) sea también la primera. Inspirada en el fatídico derribo del vuelo comercial 655 de Iran Air por parte de Estados Unidos, ocurrido en 1988 en el marco de la guerra entre Irak e Irán, ¡Mártir! es una desgarradora indagación en las abismales profundidades del duelo y la adicción. Lo que para muchos fue simplemente un tenso cruce de acusaciones diplomáticas, para Cyrus, cuya madre fue una de las 290 personas que explotaron en el aire sin previo aviso, el accidente fue la génesis de un agujero negro que acabaría desplazando su centro de gravedad y engullendo cualquier atisbo de luz en su vida. Por su parte, incapaz de soportar la pena por la pérdida de su mujer, Alí, el padre de Cyrus, arrastró sus pies hasta el país de las oportunidades en un intento por alejar a su hijo de la degradación en la que estaba sumergiéndose su patria después de que la chispa de la revolución se propagara hasta convertir la nación entera en pasto de las llamas.

Unos 30 años más tarde, y a pesar de haber llevado una vida relativamente cómoda gracias al esfuerzo de Alí, Cyrus se refugia en el alcohol y las drogas para procesar la desaparición tan temprana, repentina y absurda de su madre en un evento que carece a todas luces de significado alguno. Preso del odio y la autocompasión, encadenado a una existencia vacía que anhela destruirse a sí misma, la tabla de salvación de Cyrus aparecerá cuando Zee, un amigo de ascendencia polaco-egipcia con el que se acuesta de vez en cuando, le proponga a Cyrus viajar a Nueva York para conocer a una mujer diagnosticada con un cáncer terminal que pretende transformar su muerte en la exposición artística definitiva.

Descarnada, brutal y tremendamente ambiciosa, ¡Mártir! no es precisamente un edulcorado relato de superación. La novela de Akbar conjuga una multitud de tramas, estilos, escenarios y cronologías diversas que narran, con la inspiradora épica de las epopeyas clásicas, temas que van desde el declive político e ideológico del régimen iraní hasta las atrocidades provocadas por la guerra, el éxodo, la pérdida de fe o la carencia de afectos. Entre las páginas de ¡Mártir!, prosa y lírica se hermanan con una sensibilidad poco conocida, creando un asombroso caleidoscopio capaz de proyectar símbolos e imágenes de una belleza aterradora y donde la capacidad del arte como mecanismo para afrontar el trauma se desvela en todo su magnífico esplendor. Si bien hay fragmentos intermedios de la novela un tanto irregulares, como si precisaran de un edición más exhaustiva, el grueso de la obra se me antoja sobresaliente, incluso con cierto aroma a clásico moderno. Nada como ¡Mártir! para descubrir que una historia tan dolorosa y pesimista puede ser también un triunfante cántico a la esperanza, que una meditación sobre el sórdido sinsentido de la muerte pueda engendrar verdades muy agudas sobre el valor intrínseco de la vida.


«La gracia de vivir; sin más: ninguno de nosotros ha hecho nada para merecerla, para merecer haber nacido. Nos pasamos la vida tratando de averiguar cómo podemos saldar la deuda de existir, y con quién debemos saldarla.»


★★★★

Rachel Cusk - Desfile

viernes, 5 de septiembre de 2025



► Título original: Parade
► Traducción: Catalina Martínez Muñoz
► Año: 2024
► Edición:  Libros del Asteroide (2025)
► Páginas: 184


Que Rachel Cusk (Canadá, 1967) es una de las escritoras contemporáneas más prodigiosas del panorama literario es una idea que comenzó a fraguarse en mi mente cuando se publicó el primer volumen del tríptico que forman A contraluz (2014), Tránsito (2016) y Prestigio (2018), momento en el que quedé totalmente estupefacto ante tal derroche de originalidad estructural y proeza estilística. Desfile, su más reciente trabajo, no viene sino a confirmar que Cusk continúa en la cúspide de su creatividad narrativa y que adentrarse en su literatura supone practicar un salto de fe hacia territorios revestidos de familiaridad, pero que observamos con una perspectiva inédita. Cusk es epítome de experimentación, inconformismo e intelectualidad narrativa y su prosa presenta siempre un desafío similar al de escalar una montaña en cuya cima aguarda la esperanza de una recompensa. Quizá preguntarse de qué va esta novela sea una cuestión absolutamente banal. Quizá sea la clave que le da sentido a todo. Y es precisamente esa ambigüedad, esa carencia de asideros y lugares seguros, lo que confiere a la artesanía de Cusk una categoría de excepcional superioridad.

Como si de un puzzle se tratase —uno donde la imagen a reconstruir parece imposible de vislumbrar al principio—, Desfile está dividida en cuatro partes que tendremos que encajar para resolver la incógnita que descansa en las profundidades de la novela: ¿quién es G? En la primera parte, G es un artista que un día decide pintar sus cuadros del revés. A pesar del éxito y el aplauso de la crítica, su esposa empieza a sentirse contrariada al ver su propio rostro invertido en el lienzo, lo que suscita una tensión y un desdoblamiento que desembocan, sin relación de causa aparente, en un acto de extrema violencia. G es también una pintora que se marcha de casa para emprender una nueva vida. Sus obras cosechan un caudal de elogios, pero también la desaprobación de su marido, creando así un clima doméstico tan incómodo como fatídico. Más tarde, G se presenta como un director de cine que trata de reconciliar el vínculo con su madre recién fallecida. Sumido en dolorosos recuerdos, meditaciones y súbitos estallidos de lucidez emocional, G reflexiona sobra una relación marcada por la privación de amor. 

G es, en definitiva, un personaje que contiene multitud de personajes, un sujeto fluido y en constante evolución que Rachel Cusk utiliza como recipiente para volcar extraordinarias reflexiones sobre la identidad, la maternidad, las dinámicas de poder, las diferencias de género, la feminidad y la creación artística entendida como un sometimiento a la tiranía de la subjetividad. En un punto determinado de la novela, un grupo de individuos relacionados con el mundo de las artes conversan alrededor de una mesa sobre la carrera de G, sobre el impacto de su obra, sus ramificaciones y su posible significado. Y es entonces cuando uno se pregunta hasta qué punto cada uno de nosotros es dueño de su propio relato, si nuestra historia es un conjunto finito y concreto de experiencias determinadas, o si, por el contrario, no somos más que el producto de la imaginación defectuosa de los demás.

Lo que más me fascina de las novelas de Cusk, y ese es un rasgo que palpita con más fuerza que nunca en Desfile, es su incapacidad para aferrarse a una sola interpretación. Creo que, sea cual sea el sentido de lo que cuenta la autora, el simple hecho de navegar las páginas hace que la travesía merezca la pena y es por eso que nunca me cansaré de invitar a la gente a que se suban al barco de Cusk. A pesar de que las conexiones entre las distintas partes de la obra son más bien opacas, cada una de las iteraciones de G me ha parecido más vibrante y repleta de aristas que la anterior, manteniendo mi interés en todo momento por continuar una lectura tan asombrosa como provocativa que cabalga a lomos de una prosa exquisita, rotunda, pulida, con cada elemento de la misma minuciosamente cincelado en su sitio. No es Desfile, ni por asomo, una obra de fácil acceso, pero para aquellos aventurados que busquen un reto, en la literatura de Rachel Cusk podrán encontrar una galería inagotable de pinturas rocambolescas, ansiosas por ser miradas. 


«Una artista se casa con un artista porque ve sus propias ambiciones reflejadas en él. Cree que como él es artista le permitirá serlo a ella: cree que es el único que la comprenderá. Pero un artista quiere una esclava, y cuando se casa con una artista consigue el premio doble de una esclava que lo considera un genio.»


★★★★☆

 
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