►Título original: A Day in the Life of a Smiling Woman
►Traducción: Miguel Ros González
►Año: 2011
►Editorial: Impedimenta
►Páginas: 272
►Valoración: ★★★★
Un día en la vida de una mujer sonriente condensa la entera producción literaria de Margaret Drabble en el terreno de la ficción corta. A pesar de lo que sugiere su título, estos relatos no son producto de un arrebato creativo, sino el resultado de haber pasado décadas cultivando dicho formato con una frecuencia, eso sí, bastante esporádica. Sea como fuere, el contenido de este volumen está sin ninguna duda a la altura de su envoltorio. La de Drabble es una voz absolutamente hipnótica y su prosa desprende una cadencia arrebatadora que se pone de manifiesto desde la primera página.
Para cuando conocemos a la pareja protagonista de «La torre de Hasán», un matrimonio que celebra su luna de miel en Marruecos mientras tratan de encajar mutuamente sus diferencias («en las últimas dos semanas, desde la boda, su antagonismo, tan básico y a la vez tan predecible, encontró el instante propicio para brotar y florecer»), nos vemos arrastrados hacia los evocadores paisajes mediterráneos que Drabble describe con gusto exquisito. Aunque es el marido quien ejerce de narrador, el interés del relato recae de manera velada pero indiscutible sobre su esposa, una joven despreocupada y de buena posición económica que permanece en todo momento ajena a los profundos dilemas éticos que atormentan a su cónyuge. La existencia de elementos, ya sean externos o internos, que obstaculizan la comunicación es una constante que se repite a lo largo de estos catorce relatos donde Margaret Drabble conjuga su extraordinaria agudeza emocional con un finísimo y retorcido sentido del humor. Esta concienzuda ausencia de diálogo no impide a la autora británica establecer una densa conversación con sus personajes que da buena cuenta de un mundo interior tan rico como fascinante.
A veces, un gesto tan cotidiano como observar a alguien escribiendo una carta puede bastar para prender la llama de la imaginación. Tal es el caso de la joven protagonista de «Un viaje a Citera», una chica soñadora y algo ingenua que «no podía dejar de sorprenderse con la continua intensidad de sus expectativas». Cuando un desconocido le pide que entregue un mensaje en su nombre, Helen, romántica empedernida que viaja constantemente a la espera de vivir un encuentro trascendental, se convertirá en víctima de sus propias fabulaciones. A pesar de todo, no podemos dejar de sentirnos identificados con el carácter dulce y melancólico de Helen. De hecho, Margaret Drabble es experta en hacernos experimentar simpatía por sus personajes, aun cuando estos saquen a relucir un carácter de lo más censurable. Por ejemplo, en «Una historia de éxito», Kathie Jones es una vanidosa dramaturga a la que no le importa renunciar a sus principios con tal de sentirse deseada, mientras que Elsa, la narradora de «La viuda alegre», celebra con entusiasmo la muerte de su marido tras una desdichada e insatisfactoria vida en común.
En general, la descripción que hace Margaret Drabble del universo femenino es lúcida, brillante y alejada por completo de los estereotipos. Cada uno de los relatos que componen Un día en la vida de una mujer sonriente proporciona una experiencia de lectura singular pero igual de reveladora. La construcción de personajes y atmósferas, basada en la asombrosa capacidad de Drabble para capturar en cada frase un enorme caudal de significado, es otro de los aspectos más sólidos del libro, que compensa su clamorosa falta de acción con un complejo y minucioso estudio de las relaciones humanas, las amorosas en particular. «Se veía obligada a enfrentarse a la incómoda idea de que era posible y, de hecho, bastante probable, que alguien quisiera escribir sobre su vida más pronto que tarde. No le permitirían descansar en la decorosa oscuridad de una nota a pie de página», menciona Hannah Elsevir (una científica que ha sido galardonada con el Premio Nobel pero que decide retirarse de la esfera pública para que no trasciendan ciertos detalles de su vida personal) en un relato titulado «Las cuevas de Dios». Sin duda, debemos agradecer a Margaret Drabble que haya rescatado a estas inolvidables mujeres de la oscuridad.
Hola, la verdad es que me costó finalizar su lectura, quizá porque me esperaba algo diferente. Sintiéndolo mucho, este libro de relatos no me dejó ninguna huella :(
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