Chimamanda Ngozi Adichie - Unos cuantos sueños

jueves, 23 de octubre de 2025



► Título original: Dream Count
► Traducción: Carlos Milla
► Año: 2025
► Edición:  Random House (2025)
► Páginas: 536


Tras más de diez años desde el advenimiento de Americanah, Chimamanda Ngozi Adichie despierta de su letargo para constatar que nadie ha sido capaz de ocupar su puesto durante esta larga ausencia. Y es que la escritora nigeriana ha diseñado una fórmula inimitable para narrar el descontento y la desesperanza propios de un territorio que no te pertenece ni te reclama. Sí, con su afilado escalpelo, Chimamanda puede adentrarse de manera única en el sentir de una generación, como quien realiza la autopsia de un cadáver descompuesto, hacia ese lugar terrible e íntimo donde los sueños yacen extintos.

Los agitados albores de la pandemia constituyen el escenario donde las cuatro protagonistas de Unos cuantos sueños comienzan a desvelar el intenso drama de sus vidas. Con la introspección y el tono confesional que propician el inevitable confinamiento, Chimamanda entreteje cuatro historias entrelazadas sobre mujeres radicalmente humanas que se apartan de las convenciones y desafían cualquier estereotipo: mujeres vibrantes, instruidas, imperfectas y contradictorias, rodeadas en su mayoría de comodidad y opulencia, cuya acuciante necesidad poco o nada tiene que ver con la voluntad de la tribu, sino con un profundo anhelo de autorrealización.

Chiamaka es una escritora en ciernes que viaja por todo el mundo recogiendo sus impresiones de los lugares que visita. Convencida de que el amor se le mostrará en toda su magnitud en el momento adecuado, Chiamaka va deambulando de una relación frustrada a otra mientras las expectativas, las suyas y las ajenas, van adquiriendo con el paso del tiempo un peso insoportable. Su mejor amiga, Zikora, ejerce como abogada en un prestigioso bufete y afronta el abandono de su pareja mientras trata de sobrellevar las secuelas de un pasado traumático. Ambas se convertirán en un importante apoyo para Kadiatou cuando esta última, tras huir de su Guinea natal en busca de asilo político en Estados Unidos, se vea sometida a un demoledor escrutinio mediático en el contexto de un juicio sobre abuso sexual. Completa este pintoresco cuarteto la idealista y beligerante Omelogor, una profesional del sector financiero —implicada en una escandalosa red de corrupción— que, desde su púlpito de Internet, ahora se dedica a divulgar los efectos nocivos de la pornografía en la educación sexual de los hombres.

En una época de futuro incierto y presente paralizado, Chimamanda Ngozi Adichie recurre al pasado como recurso para indagar en el material del que están hechos los sueños. Desde Nigeria a Dinamarca, pasando por Londres, París o Nueva York, Chimamanda establece una apasionante hoja de ruta por los paisajes del deseo y la incertidumbre vital que nos lleva a conocer tanto un África moderno y cosmopolita como su faceta más retrógrada, incivilizada y cruel con las mujeres, reflejo de un continente secuestrado por los vestigios de su época colonial y un infantilismo político que solo es carnaza para codiciosos sin escrúpulos y jefes de guerra. A través de un inolvidable elenco de personajes, y haciendo gala de un firme pulso narrativo que sabe en todo momento hacia dónde se dirige, Unos cuantos sueños recoge los amargos sinsabores, vuelcos y desengaños del mundo contemporáneo en toda su universal singularidad.

Monumental en su amplitud y estremecedora por su descarnado realismo, la última novela de Chimamanda Ngozi Adichie es un sobresaliente relato multicultural y gastronómico que pretende iluminar los rincones más oscuros de la experiencia femenina, desde la imposición del matrimonio y la maternidad como un indicador de mérito personal hasta la irreparable violencia con la que el fuego de la atracción provoca incendios capaces de arrasarlo todo. Emotiva, ambiciosa y comprometida, Unos cuantos sueños, a pesar de su carácter marcadamente trágico, desprende un aire triunfal que aviva la esperanza y supone, aun con las pruebas en contra, una reparación necesaria en la creencia de que imaginar una vida mejor no es una simple fantasía. 


«Mi cuerpo quedó inmóvil, se detuvo él mismo, por propia iniciativa. Me tambaleé. Así de visceral, de profunda, fue la impetuosa arremetida del recuerdo y el pesar, y la pérdida, y el anhelo de aquello que podría haber sido.»


★★★

Lana Corujo - Han cantado bingo

martes, 21 de octubre de 2025



► Título original: 
► Traducción: —
► Año: 2025
► Edición:  Reservoir Books (2025)
► Páginas: 184


¿Se ha elegido ya el libro revelación de 2025? ¿Podemos confirmar a Lana Corujo como la sensación literaria de la temporada? No suele ocurrir muy a menudo, pero en Han cantado bingo he encontrado, al fin, uno de esos libros que corren por las redes como la pólvora cuya popularidad no hace que me quiera tirar de los pelos. Me pinchan y no sangro. Y es que el sólido debut de Lana Corujo (Lanzarote, 1995) es una historia profundamente conmovedora que, dando lo prometido, explora las ramificaciones del duelo y la memoria con una sensibilidad y una madurez narrativa que parecen impropias de una novata. Pero claro, la vida es una experiencia que no se ensaya y la tristeza, que puede ser tan temprana como la infancia, constituye formación suficiente para alumbrar una obra escrita con tinta, tierra volcánica y un buen puñado de lágrimas.

Lana Corujo ha creado una novela traviesa e inclasificable, resistente a las etiquetas, que solo obedece a las retorcidas reglas de su propio juego. Un rompecabezas difuso y hecho de fragmentos con el que dos hermanas se entretienen mientras el lector trata de resolver el misterio que las sobrevuela. La narradora de Han cantado bingo describe en un descorazonador tono de inocencia interrumpida sus vivencias junto a Alejandra —dos años menor que ella— en una pequeña villa insular que está enclavada al borde de una montaña conocida como El Ahorcado. A través de una cronología rebelde y febril vislumbramos escenas, a veces tan fugaces como un destello, que retratan una convivencia marcada por el alcoholismo y la desatención, pero también por una entrañable sororidad que rodea a las dos hermanas como el abrazo de una cinta irrompible.

Creo que el truco de magia más efectivo de esta novela, que se devora con una urgencia autodestructiva, es la magnífica ambientación de un universo narrativo donde se dan cita terroríficos monstruos nocturnos, canciones sobre el magnetismo de la muerte, sombrías premoniciones, una maldición sobrenatural que se transmite de generación en generación y hasta un volcán que te clava su ominosa mirada con ojos vigilantes. De manera tan convincente como imaginativa, Lana Corujo recrea el carácter crepuscular de la niñez con una cadencia onírica que resulta sobrecogedora y reconfortante a partes iguales. No obstante, a veces la realidad ahoga el sueño. En manos de Lana Corujo, los pasillos y recodos de la nostalgia constituyen los cimientos de una casa que se vuelve inhabitable cuando golpea la tragedia y, de repente, una parte esencial de ti acaba convertida en un fantasma, arrancado del tiempo, congelado en el recuerdo para toda la eternidad.

En ese sentido, Han cantado bingo constituye una bella meditación sobre la necesidad de reclamar un espacio individual para procesar la pérdida y expiar la culpa. Con un inconfundible acento canario que dota al conjunto de una textura vibrante, Lana Corujo habla sobre familias disfuncionales y apegos feroces, sobre cómo la ternura es capaz de darse la mano con la sordidez y cuán difícil es inventar palabras para nombrar ciertas ausencias. Han cantado bingo escenifica el poder de la huida como camino para encontrar el consuelo de la distancia y nos enseña que el remordimiento no siempre significa estar arrepentido de tus pecados y pequeñas villanías, sino estar dispuesto a cruzar infinitos terrenos de rofe solo para mostrar un último gesto de bondad. Sin ser una obra especialmente pionera ni revolucionaria, la primera novela de Lana Corujo me ha parecido una lectura absorbente, cautivadora y con tremenda personalidad que sitúa en el mapa un nuevo lugar donde cartografiar nuestro más hondo desconsuelo.


«Quizás un día se lo cuente a alguien y lo que reciba de vuelta sea amor y comprensión, un cuerpo ajeno al mío en el que pueda descansar. El mundo me muestra una apertura donde estoy sola con mi secreto.»


★★★

Ocean Vuong - El emperador de Alegría

domingo, 19 de octubre de 2025



► Título original: The Emperor of Gladness
► Traducción: Daniel Saldaña París
► Año: 2025
► Edición:  Anagrama (2025)
► Páginas: 440


Aspirantes desde luego hay miles, pero pocos son los debuts que generan tanto entusiasmo y ruido mediático como el que logró Ocean Vuong hace unos años con su primera novela. De ascenso meteórico y viral repercusión, En la Tierra somos fugazmente grandiosos fue para mí como esa musa de los suplementos literarios que, dotada con la omnipresencia propia de un ardid propagandístico, de vez en cuando irrumpe para hacerte sentir como un absoluto marciano por no verle las bondades que todo el mundo señala. Tras paladear las mieles del éxito, Vuong regresa ahora con El emperador de Alegría, una novela mucho más ambiciosa y menos transgresora que habla sobre amistades improbables, diáspora vietnamita y una ciudad en la que los sueños constituyen la base de una insaciable pirámide alimenticia.

Ambientada en un pueblo de Nueva Inglaterra llamado Alegría Este, la novela de Ocean Vuong nos pone en la piel de Hai, hijo de padres exiliados por la guerra que emigraron a Estados Unidos arrastrando de su familia solo para ver cuán fácilmente devienen en pesadilla las nieblas inaprensibles del sueño americano. Tras la muerte de su abuela y su mejor amigo, incapaz de lidiar con sus problemas de adicción y su fracaso como estudiante universitario, Hai orquesta una simulación que sirva como tapadera para complacer las exigentes expectativas de su madre mientras secretamente planea su suicidio. Sin embargo, justo cuando está a punto de tirarse por el puente que marca el límite de la ciudad, Hai es interrumpido por una excéntrica señora de origen lituano que experimenta el invisible pero implacable avance de la demencia.

A partir de ese momento, Hai se convertirá en el cuidador de la entrañable Grazina y entre ambos se establecerá una simbiosis ambivalente, rubricada siempre por esa embarazosa intimidad de quien te ha visto en tu momento más vulnerable. Flotando entre la alucinación y la vigilia, inmersos en un juego narcotizado por reconstruir el pasado, Hai y Grazina se aferran a la ficción como mecanismo para sobrellevar el trauma y asimilar una realidad vaciada de esperanza. Y es que Vuong, no sé si como homenaje o como remake, implementa aquí esa premisa que Kurt Vonnegut ya desarrolló en Matadero cinco, espejo lejano en el que se mira la obra de Vuong y donde el delirio se erige como la respuesta racional a la irracionalidad del campo de batalla que todos llevamos dentro. 

El emperador de Alegría, con esa prosa afectada, retórica y preciosista que constituye el sello personal de Ocean Vuong, retrata el día a día cruel e impúdico de una sociedad triturada a la que le han robado la capacidad de imaginar una vida plena. Tras obtener empleo en un restaurante de comida rápida, Hai nos descubre las existencias truncadas de un grupo de trabajadores que revelan las miserias del sector de la hostelería y que atraviesan cada mañana las puertas de su local como cerdos dispuestos a ser descuartizados por la industria cárnica estadounidense. Sobre penas cotidianas y espontáneas confidencias, Vuong deja florecer vínculos entre un variopinto elenco de individuos repudiados en cuya compañía Hai, junto a su primo Sony —un chaval con autismo y una fijación morbosa por la guerra civil norteamericana—, tratará de establecer el ansiado hogar que siempre se le ha negado.

Aunque me fascina la sensacional habilidad de Vuong para iluminar los rincones más oscuros con la radiante tonalidad de su lenguaje, sigo sin encontrar mi sitio en su visión de la literatura, que se me antoja un tanto pueril. El emperador de Alegría, lejos de cautivarme, me ha parecido una novela sin propósito ni mensaje y, por momentos, soporífera, un recuento de escenas deslavazadas que parecen más un esfuerzo por transmitir determinados vibes que por articular una trama sólida e interesante. No obstante, creo que El emperador de Alegría puede encantar a los que fliparon con el primer trabajo de Ocean Vuong y busquen ración doble de ese ingrediente tan característico con el que sazona su escritura. Así, si prestas atención, de entre los escombros cenicientos de Alegría Este verás emerger la desgarradora llamada de auxilio de alguien que cada día elige en quién debe convertirse. Ya sea como Hai, Labas o el sargento Pepper, el protagonista de El emperador de Alegría encarna la desconsoladora tragedia de quienes son víctimas de la historia y se ven forzados a meter una multitud de vidas en el diminuto hueco de una sola vida.


«Porque recordar es llenar el presente con el pasado, lo que significa que el coste de recordar algo, cualquier cosa, es la vida misma.»


★★

Violaine Bérot - Caída de las nubes

viernes, 17 de octubre de 2025



► Título original: Tombée des nues
► Traducción: Concha Sánchez Santos, Pablo Martín Sánchez
► Año: 2018
► Edición:  Las Afueras (2025)
► Páginas: 136


Violaine Bérot ha vuelto a mi vida a pesar de que nunca había estado en ella. Sí, leer Caída de las nubes ha sido como despertar el recuerdo aletargado de otra persona o como recibir un abrazo muy familiar de un absoluto desconocido. En una especie de contagio social para el que no estaba vacunado, he heredado el entusiasmo de todos esos lectores que hace un par de años quedaron embelesados con Como bestias hasta convertirlo en el pequeño fenómeno editorial que fue y ahora soy un súbdito más del ejército de fans de la escritora francesa. Y es que la escritura de Bérot es así, torrencial, salvaje, imparable. En un portentoso ejercicio de creatividad formal y contundencia narrativa, Violaine Bérot elabora en Caída de las nubes una devastadora historia de terror que hermana algo tan catártico como el nacimiento de un bebé en una experiencia individual y colectiva, un relato donde los sueños y las entrañas constituyen el sustrato de una maternidad podrida que crece, como un árbol con el tronco torcido, hacia lugares donde no da el sol.

La novela de Bérot se estructura en una sinfonía de estrofas numeradas que admite dos métodos de lectura: uno tradicional, lineal, una cacofonía de voces que articulan y anticipan el carácter trágico de la historia, y otro más atípico, fragmentado, en el que, como en la mítica Rayuela de Cortázar, el lector debe ir ejecutando saltos de trampolín entre las páginas para revivir la reconstrucción de los hechos desde el punto de vista de cada uno de los personajes que intervienen. La elección es libre e irrelevante, y la única certeza es que ninguno de los dos senderos te va a resguardar de la intemperie ni proteger del demoledor testimonio que conforman los habitantes de esta obra tan breve como visceral.

Basculando entre un vibrante lirismo y una concisión expeditiva, por momentos estremecedora, Caída de las nubes narra lo que ocurre cuando un hijo deja de ser una semilla que germina para convertirse en una piedra arrojadiza en manos de una cigüeña homicida. En las inmediaciones de un remoto pueblo de montaña, una mujer llamada Marion da a luz en la bañera de su casa como consecuencia de un embarazo anómalo del que no tenía consciencia. Consternada por un episodio totalmente traumático e inesperado, Marion trata de reconciliar la apacible cotidianidad de su trabajo como cuidadora de cabras con una recién adquirida maternidad que la vida le ha impuesto de manera violenta y que despierta en Marion un rechazo inconfesable. Mientras Marion sigue hospitalizada y se sumerge en una onírica alienación, el resto del pueblo celebra el nacimiento de una niña que reclama como un bien de dominio público.

Violaine Bérot ha escrito una novela fascinante, íntima y personal que se lee con fruición y una adictiva sensación de suspense. Bérot orquesta una obra coral donde se dan cita un padre compungido pero orgulloso de su paternidad, una comadrona que percibe con impotencia los signos de la locura, una profesora entrometida dispuesta a expiar los errores de su pasado, un abuelo incapaz de digerir la noticia con buenos ojos y un pastor tan diligente como entrañable que trata de recomponer los pedazos de una normalidad resquebrajada. Con una prosa lúcida y una admirable economía de recursos, Violaine Bérot caracteriza de forma magistral a un variopinto elenco de personajes que, a pesar de su trazo impresionista, derrochan un carácter arrollador y recogen, con sus omisiones y perspectivas deficientes, todas esas frecuencias inaudibles en las que grita la protagonista de este intenso drama rural.

Del mismo modo en que ver un camión acercándose a ti a toda pastilla no disminuye la fuerza del impacto, Violaine Bérot ha construido una brillante, sensible y polifónica crónica del desarraigo emocional hacia el fruto de tu vientre que estalla en un final poco sorpresivo, pero no por ello menos apoteósico. Caída de las nubes es un libro atrevido, bello e indudablemente singular, un atentado literario contra los preceptos de la feminidad convencional cuya primera y más relevante víctima es la creencia intrínseca en la bondad de ser madre.


«[...] y somos nosotras las que tenemos que estar alerta, las que no podemos dejar a un recién nacido en brazos de un simulacro de madre, de una autómata que reproduce mecánicamente los gestos de una madre sin afecto alguno, se habla poco de ello, pero yo creo que es una de nuestras misiones más importantes, evitar soltar al mundo una bomba de relojería [...]»


★★★

John Katzenbach - El psicoanalista

miércoles, 15 de octubre de 2025



► Título original: The Analyst
Serie: The Analyst #1
► Traducción: Laura Paredes Lascorz
► Año: 2002
► Edición:  Ediciones B (2018)
► Páginas: 464


Publicada originalmente en 2002, puede que El psicoanalista se haya convertido por derecho propio en una de las novelas más emblemáticas del thriller psicológico. Y no es para menos, ya que la premisa de la que parte la famosa novela de John Katzenbach es una de las más potentes e inmediatas que he tenido el placer de leer en mucho tiempo. En ella, nos ponemos en la piel del doctor Frederick Starks, un hombre recién enviudado que, el día de su cumpleaños, recibe en su consulta de Nueva York una amenazadora misiva invitándole a participar en un juego macabro. Bajo el seudónimo de Rumpelstiltskin, el remitente de la carta se presenta como un personaje de su pasado y le ofrece al doctor Starks un terrorífico ultimátum: alguien de su entorno cercano está a punto de sufrir un destino fatídico y la única manera que tiene Frederick Starks de evitarlo es entregando su propia vida como sacrificio expiatorio.

A partir de ese momento, el protagonista de la novela se enzarza en una especie de duelo psicológico en el que contempla con impotencia cómo el anónimo acosador va desmantelando con absoluta impunidad todas las parcelas de su vida. Así, los primeros compases de la obra consisten en una claustrofóbica ostentación de superioridad y ventaja estratégica en la que Rumpelstiltskin, por medio de sofisticadas tretas y con la colaboración de unos estrafalarios secuaces, consigue acorralar a su víctima con el objetivo de arrebatarle las ganas de seguir respirando. Acostumbrado a dirigir las riendas de su vida, Frederick Starks demuestra una pasividad inaudita mientras, incapaz de plantar cara, se ve involucrado en crímenes grotescos, escandalosas acusaciones que pondrán en entredicho su carrera profesional y hasta en un fulminante desfalco.

Detrás de esta entretenida historia de obsesión y venganza, John Katzenbach orquesta una interesante reflexión sobre la capacidad del psicoanálisis para paliar las secuelas del dolor y el trauma. En una retorcida reinterpretación de la relación entre médico y paciente, el escritor norteamericano nos regala una obra que se lee con voracidad donde se exploran los rincones más oscuros de la psique humana y la praxis se convierte en una herramienta de investigación sorprendentemente útil. No es Frederick Starks uno de los protagonistas más carismáticos con los que me he topado —de hecho, la sensación de ir siempre varios pasos por detrás de sus oponentes me ha resultado bastante irritante—, pero lo cierto es que su evolución como personaje, de víctima indefensa a implacable ejecutor, resulta, si bien poco convincente, sin duda muy satisfactoria.

Narrada con pulcritud y buen ritmo, El psicoanalista es una lectura ágil, pero predecible y de poco calado, sobre cómo ciertas voces son acalladas por un sistema culpable de omisión, agente facilitador de máscaras tolerables que permiten a los monstruos seguir caminando entre nosotros con total libertad. Dentro de una obra que no alcanza el sobresaliente en ningún aspecto, cabe destacar la habilidad con la que John Katzenbach consigue mantenerte dentro de la historia a base de colocar al protagonista en situaciones casa vez más desesperadas, obstáculos que van articulando un auténtico arsenal de recursos logísticos y emocionales con los que Frederick tratará de remontar esa tensa partida de ajedrez en la que se está jugando la vida. Amena, accesible y de estructura sobria pero funcional, El psicoanalista no constituirá el culmen de su género, pero pudiera ser un excelente puerto de entrada a la literatura de las viejas rencillas y los nuevos comienzos. A las historias truculentas que apuestan por las segundas oportunidades y que buscan en los márgenes un modo de impartir esa justicia tardía que reside en la mente de todo buen psicópata.


«Tememos que nos maten. Pero es mucho peor que nos destruyan.»


★★

Torrey Peters - Detransition, Baby

lunes, 13 de octubre de 2025



► Título original: Detransition, Baby
► Traducción: Cristina Pineda Huertas
► Año: 2021
► Edición:  Levanta Fuego (2025)
► Páginas: 420


Debo confesar que mi experiencia con la realidad transexual se limita a visualizar en bucle antiguas entrevistas en Youtube de La Veneno. Mucho ha cambiado desde aquella trasnochada década de los 90 en la que nos asomábamos a un colectivo invisible como por el agujero de una cerradura, pero lo cierto es que a día de hoy, a pesar del activismo y la sensibilización, las personas trans siguen habitando una identidad liminal que da la sensación de estar permanentemente en plena guerra con el mundo y consigo misma.

Como corresponsal en un territorio hostil, la escritora norteamericana Torrey Peters realiza en su brillante debut literario una aproximación al devastador conflicto que se desata cuando tu idea de ti mismo atenta contra los preceptos de la biología. Y no hablo de los airados designios hormonales de la adolescencia que todos hemos sufrido en nuestras carnes ni de ese eslogan tan manoseado como reduccionista que es el de «nacer en el cuerpo equivocado.» En la novela de Peters, lo trans no es solo la sublimación de una forma disidente de entender y de estar en el mundo, sino una incómoda ignominia que viene a dinamitar todas nuestras enciclopedias medievales sobre género, sexualidad y esa cosa tan rara de criar bebés.

Detransition, Baby cuenta como núcleo narrativo con un enrevesado triángulo de amor bizarro formado por Reese, una mujer trans adicta a seducir a hombres cis casados, Ames, antigua pareja de Reese —con la que mantenía una relación lésbica como Amy antes de transicionar de nuevo a hombre—, y Katrina, actual pareja y jefa de Ames, que se acaba de quedar embarazada en un inesperado giro de los acontecimientos. Esta concepción, más milagrosa que la de la Virgen María, posiciona a los protagonistas ante una disyuntiva vital sin precedentes en la que Torrey Peters expande de manera rompedora, no solo los límites de la familia tradicional, sino la capacidad de los personajes para deconstruir sus anhelos más arraigados, es decir, aquellos que casi nunca nos atrevemos a nombrar.

Alternando entre un pasado traumático y un presente tumultuoso, Reese, Ames y Katrina deberán aprender a navegar una aguas existenciales repletas de marejada. Como si de un devastador seísmo se tratase, la llegada de la criatura sacudirá recuerdos y vivencias enterrados en lo más profundo de los personajes, evidenciando las carencias emocionales de unas vidas marcadas por el prejuicio, la marginalidad, la violencia y esa disociación inherente al proceso de reconstruir un yo fragmentado que para mucha gente no deja de ser un simple fetiche. Sí, la novela de Peters es todo un viaje de autodeterminación y búsqueda de la verdad propia, un recordatorio espinoso de que el camino se hace al andar y de que, en ocasiones, volver sobre tus pasos no es sino el único medio para alcanzar la meta. Con una demoledora autenticidad, Detransition, Baby nos reconcilia con la idea de que sexo y género son, a menudo, dos conceptos irreconciliables, que a veces la versión más fidedigna de nosotros mismos solo se puede ver mirando a través de ojos ajenos.

Haciendo alarde de un escandaloso desprecio por encajar en los moldes de la corrección y los buenos modales, la novela de Peters desmitifica ciertas ideas preconcebidas sobre la experiencia trans y no titubea ni un segundo a la hora de adentrarse en el terreno de la polémica o incluso del tabú. Torrey Peters aborda las complejidades de la maternidad desde una perspectiva inusual y subversiva, atreviéndose a definir el vínculo, no como una imposición genética, sino como una manifestación de la capacidad que tiene lo queer para abarcar un espectro más amplio del amor. Escrita con gracia, frescura, garra y una apabullante inteligencia, Detransition, Baby es una novela con numerosas fortalezas, pero que a menudo me ha dado la sensación de sacrificar la narrativa en pro del ensayo político, haciéndose la carga ideológica de la novela demasiado pesada como para ser soportada por una trama interesante, sin duda, pero un tanto raquítica. A pesar de esta apreciación, Detransition, Baby, constituye una lectura fascinante, educativa y enriquecedora donde lo trans se desentiende de lo tangencial y revela, en manos de Torrey Peters, su cualidad más universal.


«Ella sabía que, en última instancia, no importa cómo te identifiques a ti misma, por lo general sucumbirás a la forma en que el mundo te trata.»


★★★

Sheena Patel - Soy fan

sábado, 11 de octubre de 2025



► Título original: I'm a Fan
► Traducción: Regina López Muñoz
► Año: 2022
► Edición:  Alpha Decay (2023)
► Páginas: 240


Si sientes aversión por el modo en que la tecnología ha transformado nuestra manera de relacionarnos, si crees que corren malos tiempos para la lírica y el romanticismo de la era analógica, si te produce cringe la gente que hace oversharing en sus stories, entonces debo decirte que el debut literario de Sheena Patel va a conseguir que quieras desinstalar todas tus redes sociales y lanzar el smartphone por la ventana. Para los que no tengan inconveniente en tener más la mente en la nube que los pies en el suelo, la estupenda novela de Patel es una opción imperdible donde se aborda un problema ancestral que está deteriorando nuestro tejido conectivo. En efecto, el fenómeno fan ha existido desde mucho antes de que nacieran los influencers, pero la realidad es que la gente parece cada vez menos consciente del rastro que deja su huella digital e Instagram se ha convertido en un auténtico Disneyland para acosadores. Partiendo de esta circunstancia, Sheena Patel elabora en Soy fan un espeluznante collage narrativo donde el amor queda retratado como una patología y los vínculos afectivos se ven contaminados sin compasión por ese rasgo definitorio de la generación millennial: la necesidad enfermiza de buscar la validación ajena.

La protagonista de Soy fan es una mujer londinense de unos treinta años, hija de inmigrantes, que consume compulsivamente el contenido digital de «la mujer con la que está obsesionada» porque tiene un lío con «el hombre con el que quiere estar». Esta chica, personalidad vacía de Internet que representa el triunfo de la mediocridad blanca perpetuada a través del privilegio social y económico, permanece totalmente ajena a la existencia de la protagonista, y mucho menos al hecho de que ocupa su mente a todas horas con la rabiosa concentración de un pensamiento intrusivo. Porque ser fan es eso. Es enclaustrar tu identidad en el anonimato. Sí, cada follower es un fiel dispuesto a morir que reza en el altar de un dios ciego. En un sistema demente donde hemos normalizado la capitalización del apego, donde asumimos que individuos mortales acaparen la adoración de millones de personas, ser víctima de una pasión no correspondida, o hasta compartida, parece una neurosis inaceptable, un motivo más que razonable para volarse la tapa de los sesos en riguroso directo.

Haciendo gala de una mordacidad sulfúrica y desprovista de ataduras, Sheena Patel disecciona en este libro las violentas dinámicas sentimentales que rigen la interacción social contemporánea y señala la voraz vigilancia a la que nos entregamos voluntariamente por un puñado de likes. Para los ingenuos que todavía piensan que vivimos en una novela de Dickens, la rabiosa modernidad de Soy fan seguramente sonará chirriante y hasta desagradable, una afrenta a su visión encorsetada de la literatura. Sin embargo, por debajo de su irreverente obscenidad, su estructura desordenada y su recalcitrante abuso de esos neologismos anglosajones que parecen haberse instalado en el lenguaje cotidiano, Soy fan se erige como una obra sensual y electrizante que captura de manera extraordinaria el zeitgeist de nuestro período vital.

Sin duda, la novela de Patel es un relato que estremece, perturba e incomoda, una incursión nada agradable en el paisaje interior de una mujer pisoteada y colonizada por su frustrante deseo de mendigar atención. Atrapada en una espiral de autodesprecio, humillación y sometimiento propiciados por su dependencia emocional hacia un hombre que la ignora, pero nunca lo suficiente, la protagonista de Soy fan constituye una magnífica antiheroína que retrata la desesperación inherente a llevar una relación sin etiquetas, que no es sino otra manera de etiquetar la ausencia absoluta de relación. Sheena Patel ha escrito una novela macarra y libertina, completamente audaz y lúcida, una exploración vibrante de los desequilibrios de poder en el ámbito amoroso que propugna una feminidad marginal, vulnerable, tóxica y a menudo incomprendida, o incluso estigmatizada. Desde una perspectiva de género provocativa y anticapitalista, Sheena Patel radiografía nuestras entrañas insatisfechas en busca de un terrible diagnóstico, una prueba concluyente de que los arañazos y las convulsiones no son sino una defensa, primitiva y visceral, contra nuestra fobia colectiva a la soledad.


«Solo que yo para él no soy nada y para mí misma tampoco, y por eso me quedo, y él disfruta de todas nosotras, saca partido de una multitud de personas y yo trago porque una migaja de él es mejor que nada.»


★★★

Peter S. Beagle - El último unicornio

jueves, 9 de octubre de 2025



► Título original: The Last Unicorn
► Traducción: Francisco Jota-Pérez
► Año: 1968
► Edición:  Gran Travesía (2025)
► Páginas: 288


Resulta irónico ver cómo una de las piedras angulares de la fantasía en la década de los 70, un libro inclasificable que habla sobre la muerte de la inocencia y la extinción de nuestra capacidad de soñar, ha quedado relegado en el canon contemporáneo a un discreto segundo plano, por no decir a un clamoroso olvido. Sí, la novela más característica de Peter S. Beagle (Nueva York, 1939), tan única en su especie como el unicornio que la protagoniza, no es sino un ejemplo de profecía autocumplida en el que el escritor norteamericano, quizá sin proponérselo, materializa la desaparición de una forma muy peculiar de relacionarse con el género cuyo testigo, a día de hoy, casi ningún discípulo ha recogido.

Quizá por eso me ha resultado tan interesante y necesaria la recuperación, en pleno 2025, de este clásico iconoclasta que reniega de las convenciones y desprecia las expectativas, un libro heterodoxo que pisa terreno familiar, pero que no se acomoda en los preceptos ni en las tradiciones del imaginario popular. Disponer de nuevo en la estantería de El último unicornio, acompañado además por un moderno lavado de cara, sabe a reivindicación y a debate sobre la continuidad de su vigencia, a mano extendida en una cordial invitación.

Hablando ya de la historia, la obra de Peter S. Beagle nos transporta a un frondoso bosque donde yace, sin saberlo, la última unicornia del mundo. Ensimismada en su eterna labor de engalanar el paisaje y alimentar mitos con su presencia, la unicornia descubre de manera accidental que el ser humano la considera ya un animal que solo habita en las leyendas. Desesperada, la unicornia emprende una partida apremiante hacia los rincones del mundo, dispuesta a averiguar el paradero de sus congéneres y a liberarlos de cualquiera que sea la causa de tan intolerable ausencia.

A lo largo de su periplo, la unicornia se convertirá en la atracción estrella de una caravana de horrores itinerantes, conocerá a un mago incapaz de realizar un solo truco a derechas y experimentará en sus carnes el horror primigenio que el Toro Rojo es capaz de infundir en sus desesperadas presas. La misión de la unicornia se convierte en manos de Peter S. Beagle en un nostálgico rescate de la infancia, un recorrido que es al mismo tiempo tragedia y epopeya, homenaje y transformación. En un tono elegíaco que transmite una enorme añoranza, Peter S. Beagle reformula en sus propios términos el apasionante viaje del héroe y nos regala un hermoso cuento de hadas tan luminoso como terrible en el que coinciden monarcas sin escrúpulos, príncipes repudiados, compañías de bandidos —con cameo de Robin Hood incluido— y pueblos enteros condenados por una maldición de buena fortuna.

Ciertamente, la ambientación de El último unicornio y su capacidad para espolear la imaginación sobresalen dentro de una obra que solo se me ocurre describir como crepuscular. Las poderosas imágenes que invoca Peter S. Beagle cabalgan en el marco de un lenguaje evocador y preciosista, vinculado a la lírica y a las canciones épicas, pero que en la actualidad suena anacrónico, obsoleto. Los personajes, desde el excéntrico Schmendrick hasta la pragmática Molly Grue, parecen más una postura o una idiosincrasia que auténticos individuos con un propósito narrativo. Aunque me he sentido más atraído por el sentimiento invocado que por la lógica de la trama, debo decir que El último unicornio me ha parecido una lectura enormemente carismática, poseedora de un cariz imposible de reproducir, pero esclava de una estética atrapada en el tiempo. No te dejes engañar por su adorno fabulesco. Más que un estímulo para enardecer la creatividad de los más pequeños, el constante lamento de algunos personajes por el reguero de posibilidades perdidas, la urgencia ante el transcurso de los días y la insistencia de ciertos individuos por apehender la eternidad me hacen situar El último unicornio como una obra que se manifiesta en todo su esplendor cuando se aborda, no como incursión, sino como retorno.


«Los grandes héroes necesitan grandes aflicciones y pesares; de no ser así, la mitad de su grandeza pasaría desapercibida.»


★★★

Katie Kitamura - Audición

martes, 7 de octubre de 2025



► Título original: Audition
► Traducción: Ismael Attrache
► Año: 2025
► Edición:  Sexto Piso (2025)
► Páginas: 184


Antes de Audición, nunca había tenido la sensación tan intensa de que la novela que estaba sujetando ante mis ojos no era una novela. Sí, Katie Kitamura (California, 1979) es una embaucadora de manual. Lejos de transportarme a otra época y lugar, como dictan las convenciones, Kitamura convirtió mi salón en un auditorio, apagó las luces con un sonoro chasquido y descorrió un inmenso telón delante de mi butaca. Porque Audición no es tanto una historia que se lee, sino una obra que se representa. Y aunque al principio cueste adaptarse a la oscuridad, aunque debas sobreponerte a la expectante desorientación, te puedo asegurar que lo nuevo de Kitamura te va a dejar con el culo pegado al asiento.

A parte de ser la sensación de la actual temporada de premios literarios, Audición afianza a Katie Kitamura como una de las novelistas más arriesgadas, vanguardistas y atrevidas del panorama contemporáneo. La protagonista y narradora de Audición es una mujer, actriz que acaba de triunfar con uno de los papeles más elogiados de su carrera, que se da cita en un lujoso restaurante con un chico al que le dobla la edad. Aunque desconocemos los motivos de dicho encuentro o la relación existente entre ambos personajes, la tensión es más que palpable en el ambiente. Sí, la incomodidad es manifiesta, los detalles escasean y el público contempla atónito cómo se desenvuelve con una gracilidad sin precedentes el sensacional sentido de Kitamura para construir escenas.

Desvelar detalles de la trama o la naturaleza de los personajes sería romper el fascinante hechizo de una novela que se saborea más cuanto menos sabes de ella. Con apenas un puñado de elementos narrativos muy parcos pero extremadamente potentes, Kitamura monta un apasionante bodegón ambientado en el mundo de las artes escénicas en el que se ponen a prueba los límites de la ficción y se cuestiona la frontera entre lo real y su representación. Con un estilo ligeramente pedante y artificial que, en realidad, encaja como un guante en ese hábitat dramatúrgico en el que se desarrolla la trama, Katie Kitamura fabrica un cautivador artefacto literario que sirve a la autora estadounidense para hilar una interesante deconstrucción de los roles que, con mayor o menor éxito, interpreta su protagonista.

En efecto, Audición es una obra transgresora y subversiva cuyo enigmático planteamiento la propia Kitamura se encarga de dinamitar en la segunda mitad de la novela. Exprimiendo al máximo los mecanismos que ofrece el terreno de la literatura, Kitamura sacude las certezas del lector y lo sitúa en un paradigma de arenas movedizas en el que todo lo conocido sucumbe y se ve obligado a luchar por sobrevivir o quedar reducido a una simple contradicción. Gracias a su excepcional capacidad para dilatar el tiempo narrativo mediante la observación escrupulosa y un sublime monólogo interior, Kitamura disecciona los movimientos e interacciones de los personajes hasta llegar al mismo tuétano de la verdad que ocultan. Ante el escalpelo de Kitamura, ningún pensamiento impostado queda sin cercenar: aquí las mentiras, incluso las que nos contamos a nosotros mismos, son expuestas al demoledor veredicto de la audiencia.

Afilada, audaz, intrigante, provocativa... con una ambición ausente de complejos, pero sin pecar de pretenciosa en ningún momento, Kitamura experimenta con las expectativas sobre lo que debe ofrecer una novela y nos invita a un vertiginoso juego de espejos en cuyo centro yace una impertinente cuestión: ¿se puede alcanzar la autenticidad por medio de la simulación? En un mundo revestido de engaños, falacias y falsedades, ¿no es la suplantación sino el ensayo irremediable de nuestro yo más íntimo?


«Porque en realidad no queremos ver la cosa en sí, en pantalla o en un escenario, no queremos ver dolor ni sufrimiento ni muerte auténticos, sino su representación. Nuestra consciencia de la actuación es lo que nos permite deleitarnos con la emoción, acercarnos sigilosamente a ella y respirar su ambiente, la actuación posibilita esta peligrosa proximidad.»


★★★

George Saunders - El día de la liberación

domingo, 5 de octubre de 2025



► Título original: Liberation Day
► Traducción: Javier Calvo
► Año: 2022
► Edición:  Seix Barral (2024)
► Páginas: 344


Desde que cayó en mis manos el primer cuento de George Saunders (Amarillo, 1958), tengo la sensación de que el mundo no es real. Sí, algo sobre parques temáticos en ruinas y gente atrapada en cámaras de plexiglás ha hecho que viva instalado en la más absoluta paranoia. Y todo es culpa de Saunders. Porque después de Saunders, nada te vuelve a parecer auténtico. Saunders, ese loco profético que puso un pie fuera de la caverna y me señaló con el dedo una realidad trucada, hecha de sombras. Saunders, cuyas píldoras de ficción especulativa son más potentes que un jeringazo de fentanilo. Ahora, años después de ese laureado idilio con la novela que fue Lincoln en el BardoGeorge Saunders está de vuelta en el terreno de la narrativa breve con El día de la liberación, una colección de relatos demencialmente brillante donde el escritor norteamericano revalida, con aplastante mayoría, su mandato como el rey indiscutible del formato corto.

Aunque las historias recogidas en este volumen son tan dispares y excéntricas como los miembros de una boyband coreana, no resulta complicado agruparlas todas bajo el paraguas de la incorrección ética y la turbulencia política. En su variante más distópica, Saunders cuestiona el papel de la tecnología como herramienta de explotación, maquinaria propagandística o fábrica de entretenimiento dirigida a una burguesía desprovista de conciencia. Relatos como el magistral «El día de la liberación», que da título a la obra, «Gul» o «Elliott Spencer» nos sitúan en futuros cercanos donde el progreso trabaja al servicio del opresor y lo analógico se considera un acto revolucionario.

Puede que ahí fuera, en el exterior, el tono dominante del debate sea el del ruido y la crispación, pero en los cuentos de Saunders existe una necesidad imperiosa de salvar las distancias con el enemigo como vía para alcanzar un entendimiento más profundo de uno mismo. Hay historias, como «La madre de las decisiones drásticas», «Una situación en el curro», «Gorrión» o «El Día de la Madre» que desarrollan esta idea con una mordacidad completamente fuera de control. Ya sea desde la perspectiva de una madre que busca impartir justicia al agresor de su hijo, dos compañeras de trabajo sumidas en una guerra fría por ver quién destapa antes los secretos de la otra o un par de mujeres obligadas a odiarse mutuamente por un pasado sentimental en común, El día de la liberación desentraña las retorcidas honduras de la rivalidad entre individuos con un grado de empatía tan conmovedor que resulta imposible distinguir quién representa el papel de héroe y quién el de villano.

Quien esté familiarizado con obras anteriores del autor puede que no encuentre en El día de la liberación elementos extremadamente innovadores ni un cambio de registro radical, pero la fórmula de George Saunders sigue funcionando tan bien que no necesita ser renovada ni sufrir ningún ajuste superfluo como si fuera el último modelo de iPhone. Al fin y al cabo, adentrarse en un relato de Saunders va siempre acompañado de una excitación y un sentido de la maravilla que muy pocos pueden reproducir. Sí, abrir las puertas de la narrativa de Saunders es como cruzar el armario que lleva a Narnia y zambullirse en su fantástica ambientación algo comparable a tirarse un triple mortal con tirabuzón a través de una madriguera de conejo. Al principio, es cierto, cuesta asimilar las cabriolas que hace Saunders con el lenguaje o la forma, pero prometo que el ejercicio es tan satisfactorio y el proceso se siente tan orgánico que antes de darte cuenta estarás hablando los idiomas inventados de Saunders con la misma fluidez que tu lengua materna.

Con una prodigiosa plasticidad narrativa, un estilo soberbio capaz de enredar frases de manera incansable y una sensibilidad para explorar los dilemas de los personajes que te deja totalmente desarmado, George Saunders taladra en las páginas de El día de liberación todas esas capas de performatividad y reclusión alienante que hemos construido como sociedad para ocultar, sin éxito, nuestro lado más vulnerable.


«Sin embargo, en mi (anciana) experiencia, a veces el mundo cambia en una dirección determinada y, después de cambiar, como es tan grande e inescrutable, ya resulta imposible devolverlo a su estado anterior y mejor.»


★★★

Percival Everett - James

viernes, 3 de octubre de 2025



► Título original: James
► Traducción: Javier Calvo
► Año: 2024
► Edición:  De Conatus (2024)
► Páginas: 344


Si creías que ya estaba todo dicho sobre el período de esclavitud en Estados Unidos, déjame decirte que Percival Everett (Fort Gordon, 1956) tiene algunas palabras para ti. Ganadora del Premio Pulitzer y el National Book Award, James es una magnífica reinterpretación de Las aventuras de Huckleberry Finn narrada desde la perspectiva de Jim —el esclavo negro— que reivindica de manera original la vigencia de un tema sobre el que se han escrito ríos de tinta, pero que continúa siendo fuente de acaloradas controversias. Al fin y al cabo, el supremacismo blanco y las tensiones raciales, lejos de haber desaparecido, constituyen el día a día de un país que aún lleva en su espalda cicatrices imposibles de borrar.

Narrada con una sencillez casi enternecedora, pero que no renuncia a la profundidad ni a la contundencia, James podría calificarse como una alocada novela de aventuras, si por aventura entendemos el infernal periplo de un hombre que huye de su hogar de manera desesperada para escapar de algo peor que la horca. Sí, a pesar de sus esfuerzos por encarnar el ideal de esclavo modélico —sumiso, manso, lobotomizado—, Jim se convierte en sospechoso de asesinato y se ve empujado al exilio, sabiendo que, en un mundo dominado por gente blanca, la mera acusación supone una sentencia firme que no requiere de proceso judicial si el color de tu piel es lo suficientemente oscuro.

Por el camino nuestro protagonista se topará con el vivaracho y entrañable Huckleberry Finn, compañero inseparable de viaje junto al que Jim emprenderá un recorrido por las tierras salvajes del sur estadounidense en busca de aquello que se presente antes: la libertad, la ejecución o una venganza de proporciones bíblicas. Con una prosa tan lúcida como lapidaria, Percival Everett elabora un trepidante road trip sin carretera poblado por estafadores sin escrúpulos, músicos itinerantes, borrachos de pueblo, fundamentalistas religiosos, fugitivos con la muerte en los talones y el fantasma de un filósofo francés en el que el autor norteamericano retrata la miseria moral, física y humana de la esclavitud con la misma fuerza que un par de perdigonazos en el pecho.

Sobra decir que James, haciendo honor a su impresionante palmarés, me ha parecido una novela absolutamente monumental, un digno homenaje a la obra de Mark Twain que no se limita a beber de su influencia, sino que la expande y la resignifica, observándola y conversando con ella desde un nuevo prisma. La emocionante ingenuidad de Huck, junto a su espíritu inquieto y compasivo, contrasta con la vibrante rabia y sed de justicia de Jim, una furia ancestral que hierve en su sangre como el carbón en las calderas de los buques que navegan por el Misisipi. Y será la ira, y no la esperanza ni los textos legales o la fe en el prójimo, la llave con la que Jim consiga zafarse de esos grilletes que lleva arrastrando desde su nacimiento.

Brutal, descarnada y violenta, pero también salpicada de pasajes que retienen una acogedora luminosidad, James es una puñalada directa al corazón del prejuicio. Una historia deslumbrante, mordaz, incómoda y dotada de la capacidad para provocar un extenso abanico de emociones en el mismo párrafo. A lo largo de sus páginas, Percival Everett no solo ha construido un héroe literario que derrocha humanidad, carisma e ingenio, sino que destaca el papel fundamental de la palabra escrita como salvavidas contra la opresión y la desigualdad. Presumiendo de una resiliencia narrativa incomparable, James se eleva desde uno de los episodios más oscuros de la historia de Estados Unidos como una crítica y una condena, un grito desgarrado ante el que ninguno de nosotros deberíamos guardar silencio.


«En aquel momento se me hizo real el poder de la lectura. Mientras tuviera delante las palabras, nadie podría controlarlas ni controlar lo que yo obtuviera de ellas. Ni siquiera podrían saber si las estaba mirando sin más o leyéndolas, haciéndolas sonar o entendiéndolas. Era una relación completamente privada y libre y, por tanto, completamente subversiva.»


★★★

 
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