Chimamanda Ngozi Adichie - Unos cuantos sueños

jueves, 23 de octubre de 2025



► Título original: Dream Count
► Traducción: Carlos Milla
► Año: 2025
► Edición:  Random House (2025)
► Páginas: 536


Tras más de diez años desde el advenimiento de Americanah, Chimamanda Ngozi Adichie despierta de su letargo para constatar que nadie ha sido capaz de ocupar su puesto durante esta larga ausencia. Y es que la escritora nigeriana ha diseñado una fórmula inimitable para narrar el descontento y la desesperanza propios de un territorio que no te pertenece ni te reclama. Sí, con su afilado escalpelo, Chimamanda puede adentrarse de manera única en el sentir de una generación, como quien realiza la autopsia de un cadáver descompuesto, hacia ese lugar terrible e íntimo donde los sueños yacen extintos.

Los agitados albores de la pandemia constituyen el escenario donde las cuatro protagonistas de Unos cuantos sueños comienzan a desvelar el intenso drama de sus vidas. Con la introspección y el tono confesional que propician el inevitable confinamiento, Chimamanda entreteje cuatro historias entrelazadas sobre mujeres radicalmente humanas que se apartan de las convenciones y desafían cualquier estereotipo: mujeres vibrantes, instruidas, imperfectas y contradictorias, rodeadas en su mayoría de comodidad y opulencia, cuya acuciante necesidad poco o nada tiene que ver con la voluntad de la tribu, sino con un profundo anhelo de autorrealización.

Chiamaka es una escritora en ciernes que viaja por todo el mundo recogiendo sus impresiones de los lugares que visita. Convencida de que el amor se le mostrará en toda su magnitud en el momento adecuado, Chiamaka va deambulando de una relación frustrada a otra mientras las expectativas, las suyas y las ajenas, van adquiriendo con el paso del tiempo un peso insoportable. Su mejor amiga, Zikora, ejerce como abogada en un prestigioso bufete y afronta el abandono de su pareja mientras trata de sobrellevar las secuelas de un pasado traumático. Ambas se convertirán en un importante apoyo para Kadiatou cuando esta última, tras huir de su Guinea natal en busca de asilo político en Estados Unidos, se vea sometida a un demoledor escrutinio mediático en el contexto de un juicio sobre abuso sexual. Completa este pintoresco cuarteto la idealista y beligerante Omelogor, una profesional del sector financiero —implicada en una escandalosa red de corrupción— que, desde su púlpito de Internet, ahora se dedica a divulgar los efectos nocivos de la pornografía en la educación sexual de los hombres.

En una época de futuro incierto y presente paralizado, Chimamanda Ngozi Adichie recurre al pasado como recurso para indagar en el material del que están hechos los sueños. Desde Nigeria a Dinamarca, pasando por Londres, París o Nueva York, Chimamanda establece una apasionante hoja de ruta por los paisajes del deseo y la incertidumbre vital que nos lleva a conocer tanto un África moderno y cosmopolita como su faceta más retrógrada, incivilizada y cruel con las mujeres, reflejo de un continente secuestrado por los vestigios de su época colonial y un infantilismo político que solo es carnaza para codiciosos sin escrúpulos y jefes de guerra. A través de un inolvidable elenco de personajes, y haciendo gala de un firme pulso narrativo que sabe en todo momento hacia dónde se dirige, Unos cuantos sueños recoge los amargos sinsabores, vuelcos y desengaños del mundo contemporáneo en toda su universal singularidad.

Monumental en su amplitud y estremecedora por su descarnado realismo, la última novela de Chimamanda Ngozi Adichie es un sobresaliente relato multicultural y gastronómico que pretende iluminar los rincones más oscuros de la experiencia femenina, desde la imposición del matrimonio y la maternidad como un indicador de mérito personal hasta la irreparable violencia con la que el fuego de la atracción provoca incendios capaces de arrasarlo todo. Emotiva, ambiciosa y comprometida, Unos cuantos sueños, a pesar de su carácter marcadamente trágico, desprende un aire triunfal que aviva la esperanza y supone, aun con las pruebas en contra, una reparación necesaria en la creencia de que imaginar una vida mejor no es una simple fantasía. 


«Mi cuerpo quedó inmóvil, se detuvo él mismo, por propia iniciativa. Me tambaleé. Así de visceral, de profunda, fue la impetuosa arremetida del recuerdo y el pesar, y la pérdida, y el anhelo de aquello que podría haber sido.»


★★★

Lana Corujo - Han cantado bingo

martes, 21 de octubre de 2025



► Título original: 
► Traducción: —
► Año: 2025
► Edición:  Reservoir Books (2025)
► Páginas: 184


¿Se ha elegido ya el libro revelación de 2025? ¿Podemos confirmar a Lana Corujo como la sensación literaria de la temporada? No suele ocurrir muy a menudo, pero en Han cantado bingo he encontrado, al fin, uno de esos libros que corren por las redes como la pólvora cuya popularidad no hace que me quiera tirar de los pelos. Me pinchan y no sangro. Y es que el sólido debut de Lana Corujo (Lanzarote, 1995) es una historia profundamente conmovedora que, dando lo prometido, explora las ramificaciones del duelo y la memoria con una sensibilidad y una madurez narrativa que parecen impropias de una novata. Pero claro, la vida es una experiencia que no se ensaya y la tristeza, que puede ser tan temprana como la infancia, constituye formación suficiente para alumbrar una obra escrita con tinta, tierra volcánica y un buen puñado de lágrimas.

Lana Corujo ha creado una novela traviesa e inclasificable, resistente a las etiquetas, que solo obedece a las retorcidas reglas de su propio juego. Un rompecabezas difuso y hecho de fragmentos con el que dos hermanas se entretienen mientras el lector trata de resolver el misterio que las sobrevuela. La narradora de Han cantado bingo describe en un descorazonador tono de inocencia interrumpida sus vivencias junto a Alejandra —dos años menor que ella— en una pequeña villa insular que está enclavada al borde de una montaña conocida como El Ahorcado. A través de una cronología rebelde y febril vislumbramos escenas, a veces tan fugaces como un destello, que retratan una convivencia marcada por el alcoholismo y la desatención, pero también por una entrañable sororidad que rodea a las dos hermanas como el abrazo de una cinta irrompible.

Creo que el truco de magia más efectivo de esta novela, que se devora con una urgencia autodestructiva, es la magnífica ambientación de un universo narrativo donde se dan cita terroríficos monstruos nocturnos, canciones sobre el magnetismo de la muerte, sombrías premoniciones, una maldición sobrenatural que se transmite de generación en generación y hasta un volcán que te clava su ominosa mirada con ojos vigilantes. De manera tan convincente como imaginativa, Lana Corujo recrea el carácter crepuscular de la niñez con una cadencia onírica que resulta sobrecogedora y reconfortante a partes iguales. No obstante, a veces la realidad ahoga el sueño. En manos de Lana Corujo, los pasillos y recodos de la nostalgia constituyen los cimientos de una casa que se vuelve inhabitable cuando golpea la tragedia y, de repente, una parte esencial de ti acaba convertida en un fantasma, arrancado del tiempo, congelado en el recuerdo para toda la eternidad.

En ese sentido, Han cantado bingo constituye una bella meditación sobre la necesidad de reclamar un espacio individual para procesar la pérdida y expiar la culpa. Con un inconfundible acento canario que dota al conjunto de una textura vibrante, Lana Corujo habla sobre familias disfuncionales y apegos feroces, sobre cómo la ternura es capaz de darse la mano con la sordidez y cuán difícil es inventar palabras para nombrar ciertas ausencias. Han cantado bingo escenifica el poder de la huida como camino para encontrar el consuelo de la distancia y nos enseña que el remordimiento no siempre significa estar arrepentido de tus pecados y pequeñas villanías, sino estar dispuesto a cruzar infinitos terrenos de rofe solo para mostrar un último gesto de bondad. Sin ser una obra especialmente pionera ni revolucionaria, la primera novela de Lana Corujo me ha parecido una lectura absorbente, cautivadora y con tremenda personalidad que sitúa en el mapa un nuevo lugar donde cartografiar nuestro más hondo desconsuelo.


«Quizás un día se lo cuente a alguien y lo que reciba de vuelta sea amor y comprensión, un cuerpo ajeno al mío en el que pueda descansar. El mundo me muestra una apertura donde estoy sola con mi secreto.»


★★★

Ocean Vuong - El emperador de Alegría

domingo, 19 de octubre de 2025



► Título original: The Emperor of Gladness
► Traducción: Daniel Saldaña París
► Año: 2025
► Edición:  Anagrama (2025)
► Páginas: 440


Aspirantes desde luego hay miles, pero pocos son los debuts que generan tanto entusiasmo y ruido mediático como el que logró Ocean Vuong hace unos años con su primera novela. De ascenso meteórico y viral repercusión, En la Tierra somos fugazmente grandiosos fue para mí como esa musa de los suplementos literarios que, dotada con la omnipresencia propia de un ardid propagandístico, de vez en cuando irrumpe para hacerte sentir como un absoluto marciano por no verle las bondades que todo el mundo señala. Tras paladear las mieles del éxito, Vuong regresa ahora con El emperador de Alegría, una novela mucho más ambiciosa y menos transgresora que habla sobre amistades improbables, diáspora vietnamita y una ciudad en la que los sueños constituyen la base de una insaciable pirámide alimenticia.

Ambientada en un pueblo de Nueva Inglaterra llamado Alegría Este, la novela de Ocean Vuong nos pone en la piel de Hai, hijo de padres exiliados por la guerra que emigraron a Estados Unidos arrastrando de su familia solo para ver cuán fácilmente devienen en pesadilla las nieblas inaprensibles del sueño americano. Tras la muerte de su abuela y su mejor amigo, incapaz de lidiar con sus problemas de adicción y su fracaso como estudiante universitario, Hai orquesta una simulación que sirva como tapadera para complacer las exigentes expectativas de su madre mientras secretamente planea su suicidio. Sin embargo, justo cuando está a punto de tirarse por el puente que marca el límite de la ciudad, Hai es interrumpido por una excéntrica señora de origen lituano que experimenta el invisible pero implacable avance de la demencia.

A partir de ese momento, Hai se convertirá en el cuidador de la entrañable Grazina y entre ambos se establecerá una simbiosis ambivalente, rubricada siempre por esa embarazosa intimidad de quien te ha visto en tu momento más vulnerable. Flotando entre la alucinación y la vigilia, inmersos en un juego narcotizado por reconstruir el pasado, Hai y Grazina se aferran a la ficción como mecanismo para sobrellevar el trauma y asimilar una realidad vaciada de esperanza. Y es que Vuong, no sé si como homenaje o como remake, implementa aquí esa premisa que Kurt Vonnegut ya desarrolló en Matadero cinco, espejo lejano en el que se mira la obra de Vuong y donde el delirio se erige como la respuesta racional a la irracionalidad del campo de batalla que todos llevamos dentro. 

El emperador de Alegría, con esa prosa afectada, retórica y preciosista que constituye el sello personal de Ocean Vuong, retrata el día a día cruel e impúdico de una sociedad triturada a la que le han robado la capacidad de imaginar una vida plena. Tras obtener empleo en un restaurante de comida rápida, Hai nos descubre las existencias truncadas de un grupo de trabajadores que revelan las miserias del sector de la hostelería y que atraviesan cada mañana las puertas de su local como cerdos dispuestos a ser descuartizados por la industria cárnica estadounidense. Sobre penas cotidianas y espontáneas confidencias, Vuong deja florecer vínculos entre un variopinto elenco de individuos repudiados en cuya compañía Hai, junto a su primo Sony —un chaval con autismo y una fijación morbosa por la guerra civil norteamericana—, tratará de establecer el ansiado hogar que siempre se le ha negado.

Aunque me fascina la sensacional habilidad de Vuong para iluminar los rincones más oscuros con la radiante tonalidad de su lenguaje, sigo sin encontrar mi sitio en su visión de la literatura, que se me antoja un tanto pueril. El emperador de Alegría, lejos de cautivarme, me ha parecido una novela sin propósito ni mensaje y, por momentos, soporífera, un recuento de escenas deslavazadas que parecen más un esfuerzo por transmitir determinados vibes que por articular una trama sólida e interesante. No obstante, creo que El emperador de Alegría puede encantar a los que fliparon con el primer trabajo de Ocean Vuong y busquen ración doble de ese ingrediente tan característico con el que sazona su escritura. Así, si prestas atención, de entre los escombros cenicientos de Alegría Este verás emerger la desgarradora llamada de auxilio de alguien que cada día elige en quién debe convertirse. Ya sea como Hai, Labas o el sargento Pepper, el protagonista de El emperador de Alegría encarna la desconsoladora tragedia de quienes son víctimas de la historia y se ven forzados a meter una multitud de vidas en el diminuto hueco de una sola vida.


«Porque recordar es llenar el presente con el pasado, lo que significa que el coste de recordar algo, cualquier cosa, es la vida misma.»


★★

Violaine Bérot - Caída de las nubes

viernes, 17 de octubre de 2025



► Título original: Tombée des nues
► Traducción: Concha Sánchez Santos, Pablo Martín Sánchez
► Año: 2018
► Edición:  Las Afueras (2025)
► Páginas: 136


Violaine Bérot ha vuelto a mi vida a pesar de que nunca había estado en ella. Sí, leer Caída de las nubes ha sido como despertar el recuerdo aletargado de otra persona o como recibir un abrazo muy familiar de un absoluto desconocido. En una especie de contagio social para el que no estaba vacunado, he heredado el entusiasmo de todos esos lectores que hace un par de años quedaron embelesados con Como bestias hasta convertirlo en el pequeño fenómeno editorial que fue y ahora soy un súbdito más del ejército de fans de la escritora francesa. Y es que la escritura de Bérot es así, torrencial, salvaje, imparable. En un portentoso ejercicio de creatividad formal y contundencia narrativa, Violaine Bérot elabora en Caída de las nubes una devastadora historia de terror que hermana algo tan catártico como el nacimiento de un bebé en una experiencia individual y colectiva, un relato donde los sueños y las entrañas constituyen el sustrato de una maternidad podrida que crece, como un árbol con el tronco torcido, hacia lugares donde no da el sol.

La novela de Bérot se estructura en una sinfonía de estrofas numeradas que admite dos métodos de lectura: uno tradicional, lineal, una cacofonía de voces que articulan y anticipan el carácter trágico de la historia, y otro más atípico, fragmentado, en el que, como en la mítica Rayuela de Cortázar, el lector debe ir ejecutando saltos de trampolín entre las páginas para revivir la reconstrucción de los hechos desde el punto de vista de cada uno de los personajes que intervienen. La elección es libre e irrelevante, y la única certeza es que ninguno de los dos senderos te va a resguardar de la intemperie ni proteger del demoledor testimonio que conforman los habitantes de esta obra tan breve como visceral.

Basculando entre un vibrante lirismo y una concisión expeditiva, por momentos estremecedora, Caída de las nubes narra lo que ocurre cuando un hijo deja de ser una semilla que germina para convertirse en una piedra arrojadiza en manos de una cigüeña homicida. En las inmediaciones de un remoto pueblo de montaña, una mujer llamada Marion da a luz en la bañera de su casa como consecuencia de un embarazo anómalo del que no tenía consciencia. Consternada por un episodio totalmente traumático e inesperado, Marion trata de reconciliar la apacible cotidianidad de su trabajo como cuidadora de cabras con una recién adquirida maternidad que la vida le ha impuesto de manera violenta y que despierta en Marion un rechazo inconfesable. Mientras Marion sigue hospitalizada y se sumerge en una onírica alienación, el resto del pueblo celebra el nacimiento de una niña que reclama como un bien de dominio público.

Violaine Bérot ha escrito una novela fascinante, íntima y personal que se lee con fruición y una adictiva sensación de suspense. Bérot orquesta una obra coral donde se dan cita un padre compungido pero orgulloso de su paternidad, una comadrona que percibe con impotencia los signos de la locura, una profesora entrometida dispuesta a expiar los errores de su pasado, un abuelo incapaz de digerir la noticia con buenos ojos y un pastor tan diligente como entrañable que trata de recomponer los pedazos de una normalidad resquebrajada. Con una prosa lúcida y una admirable economía de recursos, Violaine Bérot caracteriza de forma magistral a un variopinto elenco de personajes que, a pesar de su trazo impresionista, derrochan un carácter arrollador y recogen, con sus omisiones y perspectivas deficientes, todas esas frecuencias inaudibles en las que grita la protagonista de este intenso drama rural.

Del mismo modo en que ver un camión acercándose a ti a toda pastilla no disminuye la fuerza del impacto, Violaine Bérot ha construido una brillante, sensible y polifónica crónica del desarraigo emocional hacia el fruto de tu vientre que estalla en un final poco sorpresivo, pero no por ello menos apoteósico. Caída de las nubes es un libro atrevido, bello e indudablemente singular, un atentado literario contra los preceptos de la feminidad convencional cuya primera y más relevante víctima es la creencia intrínseca en la bondad de ser madre.


«[...] y somos nosotras las que tenemos que estar alerta, las que no podemos dejar a un recién nacido en brazos de un simulacro de madre, de una autómata que reproduce mecánicamente los gestos de una madre sin afecto alguno, se habla poco de ello, pero yo creo que es una de nuestras misiones más importantes, evitar soltar al mundo una bomba de relojería [...]»


★★★

John Katzenbach - El psicoanalista

miércoles, 15 de octubre de 2025



► Título original: The Analyst
Serie: The Analyst #1
► Traducción: Laura Paredes Lascorz
► Año: 2002
► Edición:  Ediciones B (2018)
► Páginas: 464


Publicada originalmente en 2002, puede que El psicoanalista se haya convertido por derecho propio en una de las novelas más emblemáticas del thriller psicológico. Y no es para menos, ya que la premisa de la que parte la famosa novela de John Katzenbach es una de las más potentes e inmediatas que he tenido el placer de leer en mucho tiempo. En ella, nos ponemos en la piel del doctor Frederick Starks, un hombre recién enviudado que, el día de su cumpleaños, recibe en su consulta de Nueva York una amenazadora misiva invitándole a participar en un juego macabro. Bajo el seudónimo de Rumpelstiltskin, el remitente de la carta se presenta como un personaje de su pasado y le ofrece al doctor Starks un terrorífico ultimátum: alguien de su entorno cercano está a punto de sufrir un destino fatídico y la única manera que tiene Frederick Starks de evitarlo es entregando su propia vida como sacrificio expiatorio.

A partir de ese momento, el protagonista de la novela se enzarza en una especie de duelo psicológico en el que contempla con impotencia cómo el anónimo acosador va desmantelando con absoluta impunidad todas las parcelas de su vida. Así, los primeros compases de la obra consisten en una claustrofóbica ostentación de superioridad y ventaja estratégica en la que Rumpelstiltskin, por medio de sofisticadas tretas y con la colaboración de unos estrafalarios secuaces, consigue acorralar a su víctima con el objetivo de arrebatarle las ganas de seguir respirando. Acostumbrado a dirigir las riendas de su vida, Frederick Starks demuestra una pasividad inaudita mientras, incapaz de plantar cara, se ve involucrado en crímenes grotescos, escandalosas acusaciones que pondrán en entredicho su carrera profesional y hasta en un fulminante desfalco.

Detrás de esta entretenida historia de obsesión y venganza, John Katzenbach orquesta una interesante reflexión sobre la capacidad del psicoanálisis para paliar las secuelas del dolor y el trauma. En una retorcida reinterpretación de la relación entre médico y paciente, el escritor norteamericano nos regala una obra que se lee con voracidad donde se exploran los rincones más oscuros de la psique humana y la praxis se convierte en una herramienta de investigación sorprendentemente útil. No es Frederick Starks uno de los protagonistas más carismáticos con los que me he topado —de hecho, la sensación de ir siempre varios pasos por detrás de sus oponentes me ha resultado bastante irritante—, pero lo cierto es que su evolución como personaje, de víctima indefensa a implacable ejecutor, resulta, si bien poco convincente, sin duda muy satisfactoria.

Narrada con pulcritud y buen ritmo, El psicoanalista es una lectura ágil, pero predecible y de poco calado, sobre cómo ciertas voces son acalladas por un sistema culpable de omisión, agente facilitador de máscaras tolerables que permiten a los monstruos seguir caminando entre nosotros con total libertad. Dentro de una obra que no alcanza el sobresaliente en ningún aspecto, cabe destacar la habilidad con la que John Katzenbach consigue mantenerte dentro de la historia a base de colocar al protagonista en situaciones casa vez más desesperadas, obstáculos que van articulando un auténtico arsenal de recursos logísticos y emocionales con los que Frederick tratará de remontar esa tensa partida de ajedrez en la que se está jugando la vida. Amena, accesible y de estructura sobria pero funcional, El psicoanalista no constituirá el culmen de su género, pero pudiera ser un excelente puerto de entrada a la literatura de las viejas rencillas y los nuevos comienzos. A las historias truculentas que apuestan por las segundas oportunidades y que buscan en los márgenes un modo de impartir esa justicia tardía que reside en la mente de todo buen psicópata.


«Tememos que nos maten. Pero es mucho peor que nos destruyan.»


★★

 
Generación Reader © 2012