martes, 22 de diciembre de 2015

Resumiendo... [22-12-15]




Siempre he sido una persona reacia a los cambios. Rutinaria. Inmovilista. Me gusta dejarlo todo como está. Conservar un orden, aunque éste no sea orden en absoluto. Prueba de ello es que durante los últimos tres años no he realizado ninguna modificación significativa en la estética ni en la estructura ni en la temática de este sitio en el que a día de hoy solo quedo yo. Sin embargo, hace ya unos cuantos meses que el cuerpo me pide otra cosa. Renovaciones. Mejoras. Arrojar mis principios por la borda. No quiero ser dueño de un museo; quiero un espacio en continua construcción. Ideas entrando y saliendo sin descanso. Secciones recurrentes que cambien constantemente de aspecto. Eso sí, la de hoy es una que cualquier habitual reconocerá enseguida: algo tan poco inédito e innovador como un resumen de mis lecturas más recientes. De acuerdo, lo admito: no se puede empezar peor una reforma. Pero soy de los que piensan que los ajustes, para que sean efectivos, hay que introducirlos de manera progresiva. Minimizar el impacto. Facilitar la adaptación. Estudiar qué funciona y qué no. Solo así se puede conseguir un espacio personal con el que encontrarse plenamente satisfecho. ¿Y no es ese un objetivo por el que vale la pena esperar cuanto sea necesario?


1. Marta Sanz - Farándula

Mis primeras sensaciones acerca de esta novela se movían entre la expectación y la reticencia. Expectación porque los libros de Anagrama son poco menos que un valor seguro. Reticencia porque yo la narrativa contemporánea española, por lo general, o no la entiendo o de verdad hay quien piensa que lo que está escribiendo tiene el más mínimo sentido. Sin embargo, Marta Sanz está hecha de otra pasta. A Marta no solo la entiendo, sino que comulgo con ella. Imposible no hacerlo con esa implacable ametralladora en la que se convierte cada página de Farándula apuntándote entre ceja y ceja. Al situarse tras los telones del mundo del teatro y del show business, Sanz elabora un complejo e intrincado mapa de la situación política y socioeconómica de nuestro país, ese trozo de tierra surcado de cicatrices que algunos continúan empeñándose en llamar patria y que, paradójicamente, cada vez se parece más a un espectáculo de variedades. El reparto, de lujo, lo forma un elenco de personajes de lo más peculiar (actrices retiradas, celebrities con conciencia social, viejas glorias y nuevas promesas a la caza de una oportunidad) que se mueven no sin cierta problemática a través de un texto duro, maduro, inteligente, ácido y brillantemente despiadado. Sin duda, una muy grata sorpresa. Valoración: ★★★½


2. John Fowles - El árbol

Por si no lo conocíais, John Fowles es el reputado autor de El mago, uno de esos libros que el canon occidental nos obliga a leer antes de morir si queremos alcanzar el estatus de persona culta. Sin embargo, Fowles no solo se dio a la novela, sino que tuvo tiempo de sacar ideas de debajo de las piedras y elaborar con ellas truculentos ensayos como el que recientemente ha rescatado la editorial Impedimenta. En El árbol, Fowles nos relata su infancia en Inglaterra y cómo la obsesión de su padre con la explotación comercial de los árboles que tenían en su pequeño huerto lo condujo a abrazar ideas y doctrinas opuestas que posteriormente desarrollaron su creatividad y forjaron su visión del mundo. A priori no parece muy interesante, pero lo es. Fowles se las ingenia para hablar en este libro de las plantas, la naturaleza y de lo verde en general como si fuera la hostia en verso, desarrollando postulados científicos, sociales e incluso metafísicos que te dejan bastante patidifuso. Sorprendente, curioso y enriquecedor, El árbol de Fowles es mucho más de lo que aparenta a simple vista, así que no dudéis en darle una oportunidad si tenéis la ocasión. Valoración: ★★★½


3. Joy Williams - Estado de gracia

La verdad, no quiero ser duro con Williams, pero he de reconocer que este segundo contacto que tomo con su obra es, si acaso, una pálida sombra del primero. Algo lógico, por otro lado, teniendo en cuenta que Estado de gracia constituye su debut literario y que median casi treinta años entre este último y la indiscutible obra maestra que es Los vivos y los muertos. Dejando a un lado las consideraciones cronológicas, si hay algo que permanece muy candente en la narrativa de Williams es su maravilloso e inconfundible sello personal. Como todos los libros que merecen la pena, Estado de gracia es una obra difícil de pillar y fácil de volverse indigesta. Es una novela fragmentada y difusa, una novela rota sobre gente rota. Durante los primeros compases no sabes muy bien lo que está pasando, pero tienes la certeza de que no es bueno. Poco a poco, a medida que la voz narradora va definiendo los contornos de la historia, el horror cobra vida y las palabras no bastan para expresar todo aquello que acaba tomando forma en la mente de nuestra protagonista. Una mente en la que nadie querría estar y por la que Joy Williams nos conduce sin reparos ni miramientos, sin cogernos de la mano, bajo la sombra amenazante de una infancia traumática y un padre sin escrúpulos. Sí, amigos. Así de grande es Joy Williams, que hasta una novela suya que considero floja resulta ser mejor que la mayoría. Valoración: ★★★½




4. Nathaniel Hawthorne - La letra escarlata

La letra escarlata es uno de los pocos clásicos que quedan de cuyo argumento no tenía ni la más mínima idea. De hecho, yo me imaginaba que este libro iba sobre cosas totalmente diferentes y que estaba escrito en un tono totalmente diferente (quizá porque desempeña un papel bastante importante en otro título de Paul Auster, Brooklyn Follies, y mis recuerdos me jugaron una mala pasada). Pero no. Y menos mal. Porque ha sido terminar la celebérrima obra de Hawthorne y entrar directa en la lista de mejores lecturas del año. Qué libro. Qué personajes. Qué delicia de estilo. Al principio no me convencían mucho las diatribas un tanto espesas del narrador, funcionario norteamericano que dice haber encontrado unos papeles perdidos en los que se da testimonio de cierto escándalo cometido tiempo ha en el seno de una comunidad puritana. Ya sabéis, la vieja excusa de los papeles perdidos... Sin embargo, el relato de Hawthorne se convierte casi de inmediato en un emocionante y extraordinario estudio sobre la conciencia, el pecado y la culpabilidad, tan completo y certero que quita el hipo. No es de extrañar que Hester Prynne sea considerada una de las principales heroínas de la literatura contemporánea: su entereza, valor y honestidad a la hora de afrontar la acusación de adulterio que lleva marcada sobre el pecho no hacen sino revelar las entrañas podridas de una sociedad injusta e hipócrita. Y si a un argumento potente le sumamos la excepcional maestría narrativa de su autor, obtenemos como resultado una obra sublime que se disfruta en cada línea, en cada giro inesperado de la trama y en cada vibrante alegato de unos personajes realmente inolvidables. Valoración: ★★★★½


5. Dan Simmons - El hombre vacío

Si habéis estado un poco pendientes del mundillo Blogger durante las últimas semanas, muy probablemente habréis oído hablar de Simmons y de esas flamantes reediciones de la saga Hyperion que ojalá se estén vendiendo como churros. Sin embargo, yo, que voy al revés del mundo, me he estrenado en la obra del autor con esta novela independiente sobre fuertes lazos conyugales, superpoderes psíquicos e identidades perdidas. En El hombre vacío, Simmons nos habla de Jeremy Bremen, un prodigioso matemático que comparte con su mujer la habilidad de escuchar pensamientos ajenos. En principio es todo de color de rosa. Pero cuando su esposa muere a causa de un tumor cerebral, el curioso don de Bremen se convierte en una maldición: la cháchara mental de todo aquel que le rodea se infiltra de manera hostil en su propia cabeza. Y como consecuencia, Bremen se acaba interponiendo en el camino de gente bastante indeseable. De forma paralela, Simmons ameniza un poco la trama a través de flashbacks que nos permiten conocer más profundamente, entre otras cosas, el tipo de conexión neuronal que el protagonista mantenía con su mujer o las farragosas teorías metafísicas (lo de Schrödinger es nivel principiante comparado con lo que se cuece en este libro) que Bremen elabora para comprender a grado cabal el origen, las repercusiones y las hipotéticas aplicaciones de su telepatía. Una lectura amena e interesante, sí, pero un poco irregular para mi gusto. Valoración: ★★★


6. Emily St. John Mandel - Estación Once

Desde el pasado mes de noviembre, los lectores españoles ya podemos disfrutar de uno de los libros más hypeados de la temporada pasada. Estación Once, la enésima novela post-apocalíptica que supuestamente viene a revolucionar nuestro concepto de lo que significa sobrevivir al fin de las redes sociales y los smartphones. Pues bien, he de decir que la novela de Emily St. John Mandel, aunque me ha gustado, tampoco me ha parecido extraordinaria. A pesar de sus destrezas y virtudes, creo que no acierta a cumplir las expectativas ni los objetivos planteados (cosa que quizá sea mayor responsabilidad de un marketing engañoso). No obstante, Estación Once es una buena novela coral, dividida en dos líneas temporales interconectadas, en la que una repentina pandemia mundial ha arrasado con el 98% de la población del planeta. En el futuro, algunos supervivientes se organizan en troupes itinerantes que viven para representar obras de Shakespeare allá por donde van. Pero también hay otros que forman parte de una peligrosa y misteriosa secta cuyos objetivos no están demasiado claros. Ahora bien, si esperáis buenas dosis de acción, aventura e intriga, manteneos bien alejados de este libro. Estación Once no es una novela para los amantes de la adrenalina. Ni siquiera creo que llegue a la categoría de ciencia-ficción: es sencillamente un relato reflexivo, con tendencia a lo existencialista, sobre un puñado de personas que subsisten en un mundo desolado y que trata de explicar cómo el arte, en sus distintas facetas, nos ayuda a afrontar la extinción. Definitivamente, no es lo que esperaba, pero he de reconocer que tanto el tono como la temática propuesta por St. John Mandel me han acabado convenciendo a pesar de las reticencias iniciales. Y eso es algo que solo un buen libro consigue. Valoración: ★★★


7. Cees Nooteboom - El caballero ha muerto

Cees Nooteboom es probablemente uno de los autores holandeses más conocidos y prestigiosos. Pero siendo sinceros, mi primera incursión en su vasta producción literaria me ha dejado bastante frío. El concepto en el que se basa El caballero ha muerto me parece revolucionario y atractivo a partes iguales: el narrador es un escritor que trata de terminar la obra inacabada de un amigo suyo, un libro cuyo argumento es precisamente el de un señor que trabaja en la novela incompleta de otro escritor. Sí, muy metaliterario todo. Sin embargo, la ejecución del mismo me ha resultado torpe y vacilante. No he conseguido conectar con los personajes de la obra que hay dentro de la obra, ni he captado el sentido del artefacto narrativo que va montando Nooteboom a lo largo de esta novela. El caballero ha muerto contiene algunas reflexiones interesantes sobre la inspiración y la creatividad literaria, así como lo que significa ser escritor, todo ello intercalado con ligeras dosis de surrealismo que no sé hasta qué punto casan con el tono general de la historia. Aún así, no descarto en absoluto intentarlo de nuevo con algún otro de sus títulos. Valoración: ★★


Foto de familia. ♥

Y eso es todo lo que voy a resumir por hoy (*se limpia el sudor de la frente*). Si habéis llegado hasta aquí, enhorabuena: merecéis mi más sincero reconocimiento. Espero que al menos algún titulo os haya picado la curiosidad. Pero si no es el caso... contadme, ¿cómo han sido vuestras últimas lecturas? ¿Os atrevéis a lanzarme alguna sugerencia literaria? ¡Nos vemos!

6 comentarios:

  1. yo si quisiera leer station eleven, pero a muchos si les ha encantado :D

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  2. He leído "No recuerdo si lo hice" de Alice LaPlante y lo que parecía un argumento interesante, se convirtió en un libro algo peñazo. No lo recomiendo en absoluto.
    Por otro lado "Tengo que matarte otra vez" de Charlotte Link me gustó mucho más, la verdad es que consiguió engañarme casi hasta el final.

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  3. Tengo muchas ganas de probar a Joy Williams, es un autor desconocido para mí pero que me ha llamado la atención después de leer lo que comentaste sobre su novela. Creo que comenzaré con Los vivos y los muertos, una parte de su trama la encuentro atractiva. Ni John Fowles ni La letra escarlate me llaman demasiado, aunque seguramente algún día los leeré para poder dar mi opinión sobre ellos. Todo cuanto tiene que ver con virus o enfermedades me atrae inevitablemente, por lo que Estación once es uno de esos libros que tengo unas inmensas ganas de leer.
    Gracias por la entrada :)

    ¡Un saludo!

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  4. Me gustaría leer La letra escarlata. Espero ver pronto esos cambios, aunque siendo sincero, me gusta mucho el blog así :).

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  5. Espero poder leerme pronto La letra Escarlata, me llama mucho la atención.

    Felices Fiestas

    La Estupenda

    Kiss

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  6. A ver, por partes porque hay demasiado que quiero comentar (en serio, deja de leer justo lo que tengo ya en mente).

    Sobre Farándula, yo estoy igual con la narrativa contemporánea española y si te ha gustado, lo buscaré en la biblio. El Árbol tengo muchísimas ganas de leerlo, llevo una pequeña racha muy "naturalista". El de Joy Williams me lo iba a comprar, pero es que es muy corto para lo que vale (grrrrrr). Adoro a mi amigo Nathaniel, fue un placer estudiarlo y me gustaron mucho los relatos que tuve que trabajar, y La Letra Escarlata será leída en breve, aunque la tengo muy spoileada. Con Simmons tengo que empezar por Hyperion. Estación Once ya está en la estantería de lecturas de máxima urgencia. Y de Nooteboom he leído cosas muy buenas, pero buscaré otro título para acercarme a él.

    Ánimo con los cambios! Es lo único constante en esta vida (sorry, estoy dando este consejo demasiado en mi vida real y se filtra en la virtual), y no le debemos nada a nadie, así que escribe lo que te apetezca como te apetezca.

    Pd. Te juro que aún estoy a medias del DFW. Es que leo dos páginas y se me derrite el cerebro.

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