► Autor: Gail Parent
► Traducción: Zulema Couso
► Año de publicación: 1972
► Editorial: Libros del Asteroide
► Páginas: 288
No cabe duda de que el tiempo ha tratado injustamente a Sheila Levine. Aunque en su día gozó de gran popularidad, su nombre acabó regresando al reino de las sombras a la espera de obtener algún día el reconocimiento que desde luego merece. Y es que, por sorprendente que pueda parecer, existe toda una ristra de iconos televisivos que deben su nacimiento y posterior salto al estrellato a este singular personaje de Gail Parent. Sheila Levine es ni más ni menos lo que obtendrías de una mezcla cuyos ingredientes principales fueran la Hannah Horvath de Girls, la Carrie Bradshaw de Sexo en Nueva York -eso sí, desprovista de su impresionante vestidor- y una Bridget Jones que en lugar de entradas de diario fuera por ahí escribiendo notas de suicidio.
Porque, en efecto, Sheila Levine ha dejado de sentir aprecio por la vida. De ascendencia judía, Sheila acaba de sobrepasar la treintena y los implacables dictámenes de su generación indican que su persistente estado de soltería es muestra inequívoca de que ha fracasado como mujer. Sus numerosos intentos de encontrar marido han terminado siempre de forma inesperada o incluso bochornosa. Así que, harta de imposiciones y esperanzas frustradas, cansada de perseguir un objetivo que constantemente se le escapa, Sheila ha decidido poner fin a todo, no sin antes explicar con pelos y señales los motivos que la han empujado a tomar tan contundente determinación.
Ahora bien, no tenéis de qué preocuparos. A pesar del siniestro y un tanto rocambolesco carácter de su premisa, Sheila Levine está muerta y vive en Nueva York se postula como firme candidato a convertirse en uno de los libros más divertidos del año. Dado el tono satírico, hiperbólico y sin tapujos de la novela, es difícil no atragantarse de la risa cada vez que la protagonista eleva alguna de sus innumerables quejas en lo que respecta a sus problemáticas interacciones con el sexo masculino. Con un estilo mordaz, provocativo e irónico, Gail Parent elabora un certero retrato de la condición femenina a través de las experiencias de Sheila en diferentes etapas de la vida, desde la niñez y su temprana asimilación del matrimonio como un objetivo fundamental para asegurarse un buen estatus hasta la pérdida de la virginidad en su adolescencia, más turbulenta y casquivana de lo que cabría imaginar a simple vista.
Ya entrada en la madurez, tratando de alcanzar por todos los medios la independencia económica, Sheila irá acumulando decepciones amorosas en su apartamento de Nueva York mientras se rodea de supuestas amigas que a ojos de Sheila no son más que competencia a la hora de captar novios potenciales. Las fiestas a las que acude o las que ella misma organiza se transforman rápidamente en cotos de caza, los viajes que realiza por el viejo continente derivan en una especie de turismo sexual sujeto a todo tipo de aventuras y cualquier conversación casual con el vecino del 5º es susceptible (según Sheila) de desembocar en una pedida de mano que le proporcione el alivio deseado. Sin embargo, la insalvable frontera entre realidad y expectativas es una constante temática que acompaña a Sheila en todo momento de la historia. Su imaginación es su peor enemiga. Partiendo de esa base, Gail Parent se las ingenia para que su desconsuelo sea nuestra fuente de satisfacción, y lo hace con una comicidad inapelable. El artefacto narrativo de la novela es como una inmensa y disparatada composición de skecthes que sí, pecan de recurrentes y giran en torno a lugares comunes, pero siempre consiguen encontrar nuevas formas de provocar esa ansiada reacción que es la risa.
Al menos, ese ha sido mi caso. Aunque hay ciertas partes de la novela que brillan más que otras, Sheila Levine está muerta y vive en Nueva York es en líneas generales una obra muy divertida y recomendable, sobre todo si estás familiarizado con esos personajes femeninos al borde de la histeria de los que Gail Parent es referencia directa. Puede que hayan pasado más de cuarenta años desde que este mítico personaje viera la luz por primera vez, pero su recuperación no puede ser a día de hoy más oportuna. Así que haceos un favor y leedla. Porque, señoras y señores: Sheila Levine no está muerta... está más viva que nunca.
Porque, en efecto, Sheila Levine ha dejado de sentir aprecio por la vida. De ascendencia judía, Sheila acaba de sobrepasar la treintena y los implacables dictámenes de su generación indican que su persistente estado de soltería es muestra inequívoca de que ha fracasado como mujer. Sus numerosos intentos de encontrar marido han terminado siempre de forma inesperada o incluso bochornosa. Así que, harta de imposiciones y esperanzas frustradas, cansada de perseguir un objetivo que constantemente se le escapa, Sheila ha decidido poner fin a todo, no sin antes explicar con pelos y señales los motivos que la han empujado a tomar tan contundente determinación.
Ahora bien, no tenéis de qué preocuparos. A pesar del siniestro y un tanto rocambolesco carácter de su premisa, Sheila Levine está muerta y vive en Nueva York se postula como firme candidato a convertirse en uno de los libros más divertidos del año. Dado el tono satírico, hiperbólico y sin tapujos de la novela, es difícil no atragantarse de la risa cada vez que la protagonista eleva alguna de sus innumerables quejas en lo que respecta a sus problemáticas interacciones con el sexo masculino. Con un estilo mordaz, provocativo e irónico, Gail Parent elabora un certero retrato de la condición femenina a través de las experiencias de Sheila en diferentes etapas de la vida, desde la niñez y su temprana asimilación del matrimonio como un objetivo fundamental para asegurarse un buen estatus hasta la pérdida de la virginidad en su adolescencia, más turbulenta y casquivana de lo que cabría imaginar a simple vista.
"¿Qué es eso de que no deje que los chicos me toquen ya sabes dónde, mamá? Da gustito que te toquen ya sabes dónde."
Ya entrada en la madurez, tratando de alcanzar por todos los medios la independencia económica, Sheila irá acumulando decepciones amorosas en su apartamento de Nueva York mientras se rodea de supuestas amigas que a ojos de Sheila no son más que competencia a la hora de captar novios potenciales. Las fiestas a las que acude o las que ella misma organiza se transforman rápidamente en cotos de caza, los viajes que realiza por el viejo continente derivan en una especie de turismo sexual sujeto a todo tipo de aventuras y cualquier conversación casual con el vecino del 5º es susceptible (según Sheila) de desembocar en una pedida de mano que le proporcione el alivio deseado. Sin embargo, la insalvable frontera entre realidad y expectativas es una constante temática que acompaña a Sheila en todo momento de la historia. Su imaginación es su peor enemiga. Partiendo de esa base, Gail Parent se las ingenia para que su desconsuelo sea nuestra fuente de satisfacción, y lo hace con una comicidad inapelable. El artefacto narrativo de la novela es como una inmensa y disparatada composición de skecthes que sí, pecan de recurrentes y giran en torno a lugares comunes, pero siempre consiguen encontrar nuevas formas de provocar esa ansiada reacción que es la risa.
Al menos, ese ha sido mi caso. Aunque hay ciertas partes de la novela que brillan más que otras, Sheila Levine está muerta y vive en Nueva York es en líneas generales una obra muy divertida y recomendable, sobre todo si estás familiarizado con esos personajes femeninos al borde de la histeria de los que Gail Parent es referencia directa. Puede que hayan pasado más de cuarenta años desde que este mítico personaje viera la luz por primera vez, pero su recuperación no puede ser a día de hoy más oportuna. Así que haceos un favor y leedla. Porque, señoras y señores: Sheila Levine no está muerta... está más viva que nunca.
No termina de llamarme así que lo dejo pasar.
ResponderEliminarBesotes.
¡Hola!
ResponderEliminarNo lo conocía pero tiene buena pinta. No lo pondría corriendo a mi lista de pendientes porque viendo tu nota está bien pero tampoco es para tirar cohetes. Así que queda apuntado mentalmente si lo veo :)
Un beso y gracias por la reseña!
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