domingo, 7 de febrero de 2016

James Rhodes - Instrumental


► Título originalInstrumental
► Traducción: Ismael Attrache
► Año de publicación: 2015
► Editorial: Blackie Books
 Páginas: 288



Esta va a ser, probablemente, la reseña más irrelevante que he escrito en el blog durante los últimos cuatro años. No es que considere mi opinión de poca o ninguna importancia (algún resquicio de autoestima me queda), pero lo cierto es que se han dicho tantas cosas y de tantas formas distintas sobre Instrumental desde el momento de su publicación que he perdido cualquier esperanza de aportar un pequeño matiz de originalidad a todo lo que ya se puede encontrar en las hemerotecas. Podría salirme del tiesto, claro, nadar a contracorriente, desmentir la opinión popular y decir que Instrumental es sensiblero, melodramático y emocionalmente manipulador. Pero no sería más que una vulgar mentira.

Cuando se trata de libros que aparecen hasta en la sopa, como es el caso de Instrumental, uno tiende de manera natural a la reticencia, la desconfianza, la improbabilidad estadística de satisfacer todas esas expectativas que inevitablemente se generan. Sin embargo, las desgarradoras memorias de James Rhodes, prestigioso concertista británico que ha participado en varios documentales para televisión y está llamado a regenerar la industria musical clásica gracias a su rompedor enfoque, constituyen un ejemplo incontestable de que, a veces, las críticas unánimes están absolutamente justificadas. 

Pues ahí lo tenéis. Mi club de la lucha particular. Tal como Tyler Durden nos ha enseñado, la primera regla del club de la lucha es que no se habla del club de la lucha. Y yo no lo hice. Durante casi treinta años. Pero ahora sí. Y si sois de las personas que creen que no debería hacerlo, que os den por culo.

No obstante, la lectura de este libro no está exenta de cierto peligro. Su temática, obviamente, es un detonante que puede despertar los impulsos más irracionales por parte del lector. Pero es quizá el método de escritura que practica Rhodes, un brutal ejercicio de honestidad, ironía e intensidad visceral, lo que hace de Instrumental un auténtico hito en el terreno de la autobiografía. Y es que, tal y como él mismo nos cuenta, James Rhodes fue sometido desde los 6 años a un prolongado período de violaciones por parte de su profesor de gimnasia, un calvario que se extendió a lo largo de toda su infancia sin que docentes o familiares se percataran de ello a pesar de las secuelas tanto físicas como emocionales que Rhodes sufrió. Los ecos de aquel terrible trauma se propagaron por toda su adolescencia —cuando Rhodes comenzó a desarrollar una relación de dependencia hacia el alcohol, las drogas y, posteriormente, las autolesiones con cuchillas— hasta su vida adulta, marcada por largas temporadas de depresión y ansiedad, comportamientos autodestructivos, intentos de suicidio, trastornos mentales e internamientos en centros psiquiátricos.

Así pues, la primera parte del libro es un impactante y desinhibido descenso al infierno personal de Rhodes, que viene a ser, a grandes rasgos, el equivalente emocional de ponerse delante de un camión cisterna desplazándose a toda velocidad por una autovía y dejar que te atropelle sin contemplaciones. Sin embargo, a pesar del dolor, la desolación y profunda tristeza que transmiten estos compases iniciales, el testimonio de James Rhodes se devora con una fruición morbosa que desafía nuestros niveles de tolerancia ante el sufrimiento ajeno. Justo cuando piensas que ya está bien, que ya se ha acabado todo y a partir de ese momento la vida del célebre pianista va a dar un vuelco a mejor, Rhodes te sorprende con desgracias aún más extremas. Aún así, Instrumental no da en ningún momento la sensación de ser un libro sensacionalista o de crueldad gratuita. No. Nada más lejos. La crueldad de esta obra es un peaje necesario para comprender aunque sea una ínfima parte de sus horribles experiencias, una medida para poder calibrar el poder regenerador de la música, que es, en palabras del propio autor, la única razón por la que continúa vivo. 

En efecto, la música es el otro gran tema que ocupa las páginas de Instrumental. Cada capitulo del libro está introducido por un breve comentario sobre algún compositor o intérprete de música clásica en el que Rhodes realiza sorprendentes reflexiones y destaca la universalidad de su lenguaje o la profunda capacidad de unos pocos genios para inspirar sentimientos únicos que, como en el caso del autor, consiguen sacarnos a flote cuando nos encontramos en la más absoluta miseria. Puede que sea demoledor, incómodo, perturbador, sí, pero también es necesario. En Instrumental, James Rhodes consigue transformar la rabia, asco e indignación iniciales en un liberador relato que destila esperanza, agradecimiento y un incondicional amor por la música. Es un libro que, sin duda alguna, es capaz de dejar, no una huella, sino una profunda cicatriz. ¿Y no son estas las obras que más merecen la pena leer?



1 comentario:

  1. ¡Me lo apunto! Gracias por recomendarlo.
    Me encantó la reseña :) ¡Muchos besos!

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