viernes, 5 de febrero de 2021

Elizabeth Harrower - La torre vigía



Título original:  The Watch Tower
Traducción: Jon Bilbao
Año: 1966
Edición: Impedimenta (2020)
Páginas: 312



Convertido en clásico de las letras australianas, aunque no muy conocido en nuestro país, La torre vigía se incorporaba hace apenas unos meses al catálogo de Impedimenta, editorial que viene de reivindicar la indómita figura de Barbara Baynton y su Estudios de lo salvaje. La novela de Elizabeth Harrower (Sidney, 1928), tenebrosa y resplandeciente a partes iguales, nos pone en la piel de las hermanas Vaizey, dos muchachas tan dispares como desprotegidas del mundo real y cuyas vidas se verán sacudidas por el repentino fallecimiento de su padre. Arrancadas de un día para otro del internado donde estudian, Laura y Clare pasarán a hospedarse con su indiferente madre, una mujer más preocupada por echar unas partidas al bridge con sus amigas que por las necesidades materiales y emocionales de sus hijas. 

Laura, la hermana mayor, asumirá sumisa no solo el papel de ama de casa, sino el de soporte económico del hogar. Su puesto en una fábrica de cajas le abrirá las puertas del corazón de su jefe, el emprendedor y admirado Felix Shaw, con quien acabará casándose por pura comodidad, sin saber que el matrimonio le guarda a Laura algunas sorpresas de lo más desagradable. Y es que el intachable y virtuoso Felix es también un perfecto abusador doméstico, una fuerza imparable de la naturaleza que descarga su furia ebria contra todo lo que le salga al paso. Pronto, las indefensas hermanas se verán encerradas en una torre de ambiente irrespirable. Harrower describe esta agónica convivencia entre las niñas y el monstruo con una templanza escalofriante, explorando de forma brillante las consecuencias de esta subordinación psicológica a las que las hermanas se ven sometidas. 

El silencio, la soledad, el sentimiento de invalidez... para Harrower, las secuelas mentales escuecen mucho más que cualquier moratón y parecen más difíciles de erradicar. En La torre vigía, los arrebatos violentos de Felix se ven precedidos por una elipsis que se cierne de manera conveniente sobre la narración. Harrower evita la tormenta, pero se detiene minuciosamente en los restos del naufragio. Sin embargo, la sensación es igualmente devastadora. La historia de Laura y Claire evidencia de manera significativa el ocaso de la infancia y la inocencia que va aparejada a ella. A pesar de ser la hermana pequeña, o precisamente por eso, Claire, aferrada a su febril imaginación, es la que dispone de más herramientas para combatir el trauma, siempre evadiéndose en el bullicio de vidas ajenas y de románticas fantasías. Laura, por su parte, encarna el eterno dilema de la víctima: incapaz de soportar la situación, pero tampoco de denunciarla, Laura deposita todas sus esperanzas en la providencia del destino. 

Teniendo el estallido de la Segunda Guerra Mundial como telón de fondo, Elizabeth Harrower nos hace transitar en La torre vigía por un universo narrativo crepuscular, desangelado, un universo que parece lamentarse de una pérdida que aún no ha sufrido. «Bisoñas, triviales, seguras, avergonzadas, las hermanas Vaizey formaban parte de un auditorio que presenciaba la destrucción de la luz del mundo, desde las butacas rojas acolchadas en una oscuridad desinfectada que olía a lilas. Se hallaban constreñidas en sí mismas y en sus escasos centímetros cuadrados de conocimiento y experiencia. Percibían en cada una de ellas la ineptitud, la vacuidad y la frustración de quien busca agua en un pozo seco». Con un estilo sutil y deliciosamente elegante, Elizabeth Harrower nos ofrece en La torre vigía una lectura idónea para quien esté sediento de voces inéditas. 


«Estar ligada a alguien, en ese momento de su vida, a través de cualquier vínculo, pese a los buenos términos de este y lo grato que fuera, era tan apetecible como un estrangulamiento, y se le parecía bastante.»


PUNTUACIÓN: ★★★☆

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